El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, acumula un largo historial de declaraciones y acciones racistas y xenófobas que, a menudo desde que llegó a la presidencia de Estados Unidos, ha tratado de enmascarar o al menos revestir con otro tipo de discurso, entre otros los de la equidistancia o el patriotismo. Ya ni siquiera eso. Ayer, en una escandalosa diatriba tuitera antes de irse a jugar al golf que ha elevado al discurso presidencial el deplorable y discriminatorio «por qué no te vuelves a tu país», el mandatario atacó a varias congresistas de EEUU. Todas son demócratas progresistas. Ninguna tiene la piel blanca.

Trump, aunque sin dar nombres, puso en su diana a Ilhan Omar, la congresista de Minnesota que nació en Somalia y llegó a EEUU como refugiada; Alexandria Ocasio-Cortez, nacida en Nueva York de padres puertorriqueños; Rashida Tlaib, que nació en Michigan en una familia de inmigrantes palestinos y Ayanna Pressley, la primera congresista negra de Massachussetts. Todas forman parte de la nueva hornada de representantes del ala más progresista del partido demócrata que llegó al Congreso tras las elecciones legislativas de noviembre y se cuentan entre las más combativas y críticas con el presidente, su Administración y sus políticas.

En sus inaceptables e incorrectos tuits, Trump aseguró que las congresistas «originariamente vinieron de países cuyos gobiernos son una catástrofe total y absoluta» y les acusó de cuestionar a EEUU. «¿Por qué no vuelven y ayudan a arreglar los lugares completamente rotos e infestados de crimen de los que vinieron?», escribió. «Cuanto antes mejor».

En el Congreso hay 52 representantes y 16 senadores que son inmigrantes o hijos de inmigrantes.