Emmanuel Macron avanza con paso firme hacia el objetivo que se había marcado después de alcanzar el Elíseo el pasado 7 de mayo: lograr en la Asamblea Nacional una cómoda mayoría de su nuevo movimiento político, La República en Marcha (LREM), para aplicar sin problemas su ambicioso programa reformista.

La primera vuelta de las elecciones legislativas celebradas ayer confirman el tsunami que auguraban los sondeos y otorgan a LREM y a sus aliados del centrista Modem un 32% de voto y una horquilla de entre 390 y 430 escaños de los 577 que tiene la Cámara baja, según las proyecciones de Ipsos para France Télévisions. No obstante, hubo un nivel record de abstención, que alcanzó el 51%.

Los resultados dejan en evidencia la fragilidad del resto de partidos para liderar una verdadera oposición y reafirman la dinámica de recomposición del paisaje político francés generada por la victoria de Macron en las presidenciales.

Los Republicanos, que pretendían alzarse como el grupo mayoritario en la Asamblea para forzar un Gobierno de cohabitación, perdieron su apuesta y llegan en segunda posición con un voto del 21% y una proyección de escaños de entre 80 y 125. Aunque serán la segunda fuerza política, podrían perder el centenar de representantes con los que cuentan ahora. El jefe de filas de Los Republicanos, François Baroin, pidió a los electores una gran movilización para la segunda vuelta para que haya un «equilibrio» parlamentario y que el poder no recaiga en un solo partido.

SEVERA DERROTA SOCIALISTA / Los socialistas, que ahora tenían la mayoría en la Asamblea, han sufrido una severa derrota que les convertiría, de consolidarse, en una formación prácticamente residual con entre 20 y 35 escaños y el 10% de los votos. Perderían, por tanto, más de 200 representantes.

El Frente Nacional, que ahora tiene dos escaños en la Asamblea, no ha traducido en las legislativas los más de 10 millones de votos que Marine Le Pen cosechó en las presidenciales.

La líder ultraderechista ha recibido en la circunscripción de Norte Paso de Calais en la que se presentaba como candidata el 46% de los votos, pero en el conjunto nacional el FN se ha quedado en un 14% que le otorgaría entre 3 y 11 escaños. No tendría por tanto grupo parlamentario propio (15 parlamentarios) como se había propuesto.

Mientras, el líder de la Francia Insumisa, Jean Luc Mélenchon, podría lograr entre 11 y 21 asientos con un 11% de voto, lo que le permitiría formar grupo propio en la Asamblea. En todo caso, el exsocialista aspiraba a capitalizar el entusiasmo que generó en las presidenciales y los resultados muestran que no lo ha logrado.

Mélenchon admitió el avance «incontestable» del partido de Macron pero alertó de que la abstención demuestra que no hay una mayoría en el país para «destruir» el código laboral, reducir las libertades públicas o aplicar el resto de medidas que figuran en el programa presidencial. «En la segunda vuelta no permitáis que se le den plenos poderes al partido del presidente», pidió Mélenchon.

De sus palabras se deduce que la oposición puede ahora trasladarse del Parlamento a la calle. Macron prepara una reforma laboral aún más liberal que la aprobada por François Hollande y nuevas medidas antiterroristas para incorporar el estado de emergencia al derecho común.

«Francia está de vuelta. El presidente de la República ha sabido encarnar la confianza, la voluntad y la audacia. La nueva Asamblea encarnará el nuevo rostro de nuestra República», resumió el primer ministro Edouard Philippe después de conocerse las primeras proyecciones.