Con gesto ceremonioso, el presidente de EEUU, Donald Trump, ha puesto este lunes su mano derecha sobre la piedra del Muro de las Lamentaciones, que pertenecía al recinto del Segundo Templo judío de Jerusalén, destruido por los romanos.

Como es tradición, Trump ha depositado un papel con una petición en una de las ranuras de la piedra de este lugar santo para los judíos y ha orado en la zona de los hombres, tras escuchar, acompañado por su yerno judío, Jared Kushner, las explicaciones del director general de la Fundación del Patrimonio del Muro Occidental y del rabino Shmuel Rabinowitz.

En el área de las mujeres han rezado su esposa, Melania, y su hija Ivanka, cristiana convertida al judaísmo para casarse con Kushner y que ha llorado de emoción.

La estampa del presidente de EEUU con la cabeza coronada por una kipá (solideo judío) ha complacido a los israelís, entre ellos al primer ministro, Binyamin Netanyahu, para quien la dicha habría sido completa si hubiera podido acompañar a su invitado en esta visita.

RELIGIOSOS Y POLICÍAS

Trump ha roto con la política de todos los presidentes estadounidenses en activo y ha visitado la Ciudad Vieja, situada en la zona este de Jerusalén, que según el derecho internacional estáocupada por Israel. Por este motivo, los mandatarios extranjeros evitan visitarla.

Trump se ha saltado este principio, pero ha evitado que le acompañaran autoridades políticas israelíes y se ha limitado a tratar con religiosos y policías.

Decenas de agentes han tomado la ciudad antigua. La mayoría de las puertas de acceso estaban cerradas, las callejuelas que llevaban al Muro y al Santo Sepulcro estaban cortadas con mamparas de lona y vallas, y ningún comercio ha podido abrir.

“Hemos clausurado la Ciudad Vieja por razones de seguridad y no hemos tenido problemas”, ha indicado a este diario uno de los jefes del dispositivo de seguridad, junto a la iglesia del Santo Sepulcro.

VETO A SCOUTS PALESTINOS

Este lugar sagrado para el cristianismo donde la tradición marca que estuvo enterrado Jesucristo, ha sido la primera parada de Donald y Melania Trump en la Ciudad Vieja, cuyas callejuelas han recorrido durante un rato.

En la puerta del templo los han recibido el Patriarca Griego Ortodoxo, Teófilo III, el Custodio de Tierra Santa, el padre franciscano Francesco Patton, y el Patriarca Armenio, Nourhan Manougian.

Los Trump han podido ver el Santo Sepulcro restaurado y rezar dentro del Edículo -la capilla que alberga la tumba- sin ceñirse al estricto minuto que los monjes conceden a los peregrinos.

Estaba previsto que los scouts -niños y jóvenes- del Club de la Unión de Árabes Ortodoxos de Jerusalén acompañaran a la pareja presidencial, pero según un comunicado del Club, la policía israelí se lo ha prohibido porque en el uniforme llevan la bandera palestina.