Las redadas contra inmigrantes sin papeles en Estados Unidos para deportarlos no son una novedad. Barack Obama, de hecho, fue el presidente que se ganó entre activistas el deshonroso título de “deportador en jefe” con un récord que para 2015 superaba los 2,5 millones de expulsiones y operaciones que incluyeron a mujeres y niños. Pero ahora que ha llegado a la Casa Blanca Donald Trump, que como candidato usó un incendiario discurso xenófobo y prometió endurecer la lucha contra la inmigración ilegal y ya como presidente firmó el 25 de enero una orden ejecutiva ampliando las consideraciones para hacer prioritaria una deportación, el pánico se extiende en la comunidad hispana de EEUU, especialmente ante operaciones desarrolladas en la última semana en más de seis estados que han acabado con cientos de detenidos y que Trump ha avalado este domingo. “La mano dura con criminales ilegales es meramente mantener mi promesa de campaña”, ha escrito en Twitter.

La afirmación es cuestionable. Una portavoz del Departamento de Seguridad Interior, del que depende la agencia encargada de las redadas (que responde a las siglas ICE en inglés y es popularmente conocida por los hispanos como “la Migra”) ha declarado a 'The Washington Post' que las operaciones de la semana pasada eran “rutina”. Y desde la oficina del ICE en Los Ángeles, donde se produjeron cerca de 160 arrestos, se informó de que sus operaciones de los últimos días habían sido planificadas cuando Obama aún estaba en el cargo.

PÁNICO

Lo innegable es que la comunidad inmigrante de EEUU vive con unasensación acrecentada de miedo ante un presidente que en campaña prometió crear una “fuerza de deportaciones”, que en su primera entrevista televisada tras su elección prometió deportar a entre dos y tres millones de personas y que ha firmado una orden ejecutiva que al ampliar las consideraciones prioritarias para las deportaciones podría estar poniendo en su diana a entre ocho y nueve de los 11 millones de inmigrantes sin papeles que se calcula que hay en EEUU. Lo decía el viernes en una conferencia telefónica con activistas Cristina Jiménez, directora del grupo de jóvenes inmigrantes United We Dream: “Esta es claramente la primera ola de ataques bajo la Administración Trump y sabemos que no va a ser la única”.

Aunque la información sobre las redadas es confusa, se prodigan rumores y el ICE ha negado categóricamente que esté realizando controles aleatorios a la caza del inmigrante sin papeles, la convicción entre los activistas es que el prometido endurecimiento de Trump ha comenzado. Y lo ha hecho con gestos que amplifican el mensaje del presidente. Muchas operaciones, por ejemplo, se están produciendo de día y muchas también están ocurriendo enciudades santuario, que hasta ahora han restringido la colaboración con las autoridades federales en materia de deportaciones y que Trump ha amenazado con castigar. Y la mano dura se encarna en casos simbólicos y publicitados, como la deportación la semana pasada de Guadalupe Garcia Rayos, una mexicana sin antecedentes penales que llevaba 21 años en EEUU y tiene dos hijos nacidos en el país. Tras ese caso, hasta el Gobierno mexicano lanzó un comunicado advirtiendo que “ilustra la nueva realidad de la comunidad mexicana que vive en EEUU frente a una aplicación más severa de los controles migratorios” y llamando a los inmigrantes a “tomar precauciones”.

DATOS

Habrá que esperar a esta semana para conocer los datos oficiales sobre los detenidos y deportados y para comprobar cuántos tenían antecedentes penales graves y cuántos habían cometido infracciones menores o ninguna más allá de entrar sin papeles en el país. Comparando esos datos con los de la presidencia de Obama se podrá confirmar si se ha endurecido la política de deportaciones. En Los Ángeles, por ejemplo, el 25% de los detenidos no estaban condenados por delitos graves. En las deportaciones de Obama en 2015 ese porcentaje era del 19%.