Con un tono mucho más beligerante que el que ha imperado en los últimos ocho años, la Administración de Donald Trump ha lanzado su primera advertencia a Irán por el ensayo con un misil balístico que llevó a cabo el pasado fin de semana. En una comparecencia desde la Casa Blanca, el asesor de seguridad nacional del presidente, Michael Flynn, condenó ayer las acciones del Gobierno iraní y dijo que Teherán «se siente ahora envalentonado» por el rechazo de la Administración Obama a responder a sus «acciones malignas». Sus palabras se pueden interpretar como una amenaza velada, aunque Flynn no especificó las medidas que se pueden estar barajando. «Por el momento, estamos oficialmente poniendo sobre aviso a Irán».

El comunicado condena la prueba balística del domingo, que según Flynn violó la resolución que la ONU aprobó en el 2015 para prohibir a Teherán las pruebas con armamento capaz de transportar cabezas nucleares, pero también las acciones de sus aliados hutíes en Yemen, a los que acusó de atacar a barcos saudíes y emiratíes en el golfo Pérsico. «Con estas y otras actividades similares, Irán sigue amenazando a los amigos y aliados de EEUU en la región», ha dicho el sucesor de Susan Rice en el cargo de asesor de seguridad nacional. Esta semana Israel pidió a su aliado que se asegurara de que el desafío «no queda sin respuesta».

«UN ACUERDO MUY MALO» / En la pasada campaña electoral, Trump describió el acuerdo nuclear con Irán para reducir sus capacidades nucleares durante una década a cambio del levantamiento de las sanciones internacionales que pesaban sobre el país como un «acuerdo muy malo». Pero nunca llegó a dejar claro qué pretendía hacer con él. En unas ocasiones prometió desmantelarlo, pero en otras habló de renegociarlo para extraer más concesiones. Lo que sí está claro es que varios de sus asesores están obsesionados con Irán, país al que consideran la gran bestia negra de EEUU, por encima de Rusia o Corea del Norte.

Al nuevo secretario de Defensa, James Mattis, Obama lo reemplazó al frente del Comando Central de Ejército por su insistencia en atacar a Irán o, como mínimo, endurecer la postura respecto al acuerdo nuclear y las maniobras de la gran potencia chií en Oriente Próximo. En el caso de Flynn, un hombre proclive a las teorías conspiratorias, The New York Times publicó que había llegado a la conclusión de que Irán desempeñó un papel en el ataque contra la legación estadounidense en Bengasi (Libia), una tesis que nadie más parece compartir.

El nuevo secretario de Estado, Rex Tillerson, finalmente confirmado ayer por el Senado con 56 votos a favor y 43 en contra (solo cuatro demócratas le apoyaron), dijo que su gobierno «reexaminará» el acuerdo nuclear. Al exconsejero delegado de la petrolera Exxon-Mobile le espera un desafío mayúsculo, dados los planes explosivos que maneja su jefe. Además de trasladar a Jerusalén la embajada estadounidense en Israel, una medida a la que se han resistido los últimos presidentes de Estados Unidos a pesar de que lo aprobó en su día el Congreso, también puede estarse planteando calificar de organización terrorista a los Hermanos Musulmanes, el movimiento islamista más extendido en el mundo.

Irán negó que el ensayo balístico violara la resolución de la ONU y, en tono desafiante, dijo que no permitirá que ningún país se inmiscuya en sus asuntos. La tensión con Washington cotiza al alza desde que Trump incluyera a Irán en el veto de siete países de mayoría musulmana.