Tras seis días de una escalada de acciones militares y encarnizado enfrentamiento de amenazas entre Estados Unidos e Irán el mundo lanza este miércoles, de momento, un suspiro de alivio, aunque sea relativo. Horas después de un ataque lanzado desde Irán con 22 misiles a dos bases de EEUU en Irak en respuesta a la operación de Washington que el viernes acabó con la vida del poderoso general iraní Qasim Soleimani, el presidente estadounidense, Donald Trump, ha reaccionado anunciando nuevas sanciones económicas a Teherán pero ninguna respuesta militar.

En una comparecencia formal en la Casa Blanca, flanqueado por militares, el vicepresidente, Mike Pence; el secretario de Defensa, Mark Esper; y el de Estado, Mike Pompeo, Trump ha explicado que no hubo víctimas mortales en el ataque a sus bases y que los daños fueron “mínimos”, algo que ha atribuido a “precauciones adoptadas, dispersión de fuerzas y un sistema de alerta temprana que funcionó muy bien”. Pero también, y más importante, Trump ha interpretado la limitada acción de Irán como una con la que Teherán parece rechazar la opción de profundizar en el enfrentamiento militar abierto, lo que permite también al mandatario estadounidense contener la respuesta.

“Parece que Irán está retirándose, que es algo bueno para todas las partes afectadas y muy bueno para el mundo”, ha dicho Trump. Horas antes el ministro de Asuntos Exteriores iraní, Javad Zarif, había asegurado que con el ataque Irán “tomaba y concluía medidas proporcionales en defensa propia” tras el asesinato de Soleimani.