La creciente tensión en Oriente Próximo y la presión de Estados Unidos contra Irán ha elevado la inestabilidad de los mercados petroleros y ha evidenciado el uso que del crudo hace la Administración de Donald Trump para beneficiar a EEUU y a sus aliados, fundamentalmente Arabia Saudí. El precio del barril de Brent, el de referencia en Europa, llegó ayer a los 71,32 dólares, el 1,55% más que el lunes. Ha aumentado el 32% desde el pasado 21 de diciembre del año pasado y el 160% desde el mínimo de enero del 2016. Pese a este alza, la mayoría de analistas pronostican que los precios del petróleo tenderán a bajar en los próximos años por las mejoras en eficiencia energética y el mayor peso de las energías renovables.

La estrategia inestabilizadora del presidente de EEUU ayuda en la práctica a que se mantengan los precios altos y hace que sean rentables las explotaciones estadounidenses basadas en fracking. Irán, Libia y Venezuela son incapaces en estos momentos de incrementar la producción, mientras que sí que es posible en Arabia Saudí, el principal aliado de EEUU en Oriente Próximo. El resultado de esas tensiones internacionales es un escenario de precios inestables y recortes súbitos en la oferta.

Alberto Martín Rivals, socio responsable de energía de KPMG en España, opina que las causas del incremento reciente de los precios hay que buscarlas en el efecto combinado de los recortes acordados por la OPEP en diciembre y el refuerzo de las sanciones de EEUU a Irán, todo ello en un contexto en el que la demanda no deja de crecer (la Agencia Internacional de la Energía espera un aumento del consumo mundial del 1,4% este año, a pesar del impulso de las políticas para el desarrollo de energías renovables). Destaca este experto de KPMG el «papel de equilibrador» que juega la producción de petróleo no convencional (fracking) de EEUU, que al estar basado en pequeños pozos de corta vida útil es capaz de reaccionar rápidamente en situaciones de precios altos.

Aunque la OPEP ha reiterado que es «imposible» eliminar el petróleo iraní del mercado (cuarto productor mundial), la restricción de la oferta impulsa al alza los precios. La OPEP prevé que la demanda exigida a los países del cartel caerá este año el 3,2%.

«Arabia Saudí no tiene la menor intención de renunciar a los altos precios que ha luchado tanto por conseguir», opina Barani Krishnan, analista de Investing.

CaixaBank ya pronosticó que «los riesgos geopolíticos y cualquier disrupción adicional en la producción podría tensionar todavía más un mercado ya de por sí convulso». Estos expertos también corroboraban la teoría de que a medio plazo la desaceleración económica y el alza de la producción en EEUU recortarían los precios.