Un activista prodemocrático hongkonés fue secuestrado y torturado este jueves cuando quería entregar una postal autografiada del futbolista Leo Messi a la viuda del disidente Liu Xiaobo. Lo ha explicado el viernes en rueda de prensa Howard Lam con una veintena de grapas en sus muslos. Es el último capítulo de la inquietante e ilegal presencia de fuerzas de seguridad del interior en la excolonia.

La historia empieza en julio, cuando se conoce que el premio Nobel de la paz encarcelado sufre un cáncer de hígado terminal. Lam pide por carta al Barça una postal autografiada de Messi porque es sabido que Liu es un seguidor apasionado del club catalán y del jugador argentino. Pero la postal llega cuando Liu ya ha fallecido y se plantea entonces dársela a su viuda, Liu Xia.

Lam, un célebre miembro del Partido Democrático de Hong Kong, recibió tres días atrás la llamada de un conocido que se identificó como miembro de las fuerzas de seguridad de la China del interior y le recomendó olvidarse de la postal si no quería pagar las consecuencias.

Semidesnudo y atado

Lam compraba ayer en una tienda de deportes de la zona de Kowloon cuando dos hombres se le acercaron y en mandarín (la lengua común en Hong Kong es el cantonés) le aclararon que tenían que hablar con él y le empujaron hacia el interior de una furgoneta. Ahí fue golpeado y forzado a inhalar una sustancia que le durmió. Poco después despertó semidesnudo y atado a una silla. Fue interrogado por cinco hombres sobre sus intenciones sobre la postal.

Dice Lam que fue golpeado e insultado por “antipatriota” y se le recomendó que no diera publicidad al secuestro porque era un asunto de seguridad estatal. También le habían preguntado si era cristiano y, al asentir, le clavaron las grapas en forma de cruz. Después de ocho horas, fue drogado de nuevo y ha despertado esta mañana en una playa. Lam no sabe si estuvo secuestrado en Hong Kong o en la China continental.

Investigación a fondo

Lam Cheuk-ting, legislador del Partido Democrático, ha exigido hoy al Gobierno de Hong Kong una investigación a fondo. “Queremos enviar el mensaje muy claro a las autoridades chinas de que este tipo de incidentes no deberían haber pasado ni deberán pasar de nuevo”, ha añadido. El Ejecutivo hongkonés de Carrie Lam, colocada ahí por Pekín, ha prometido publicar las conclusiones del caso tan pronto las tengan. El Partido Democrático ha acusado directamente a agentes del interior.

El episodio muestra la frontera cada vez más difusa de esa política “un país, dos sistemas” que debía salvaguardar a Hong Kong de los atropellos habituales en el resto del país. La desaparición de disidentes o de cualquier sujeto hostil al Gobierno es tristemente cotidiana en el interior. Pero que alguien pueda desvanecerse en las calles de Hong Kong es difícilmente masticable para una de las sociedades más avanzadas del mundo.

Secuestro de libreros

La policía del interior carece de competencias en la excolonia, se recuerda cada vez que se repite alguno de estos casos. En el 2015 fueron secuestrados cinco libreros cuando preparaban un libro sobre la vida sexual del presidente chino y reaparecieron en la China continental para ser interrogados. Este enero fue sacado de su hotel en silla de ruedas el multimillonario Xiao Jianhua, quien ahora estaría ayudando a Pekín con investigaciones sobre corrupción.

China permitió a la isla conservar sus libertades, sistema judicial independiente, capitalismo y otros rasgos característicos heredados de los ingleses. China celebró recientemente el 20 aniversario del regreso de la excolonia a la madre patria en medio de las protestas de la juventud hongkonesa. El miedo a la progresiva influencia de Pekín en los quehaceres locales ya había estimulado la multitudinaria revuelta de los paraguas tres años atrás.

La isla se esforzó en la muerte de Liu Xiaobo en subrayar sus diferencias con el interior con concentraciones masivas en su memoria. Su viuda, la poetisa Liu Xia, está en arresto domiciliario e incomunicada desde el 2010 a pesar de que el Gobierno nunca ha presentado cargos contra ella. Pekín ha insistido desde que murió su marido que es una mujer libre, pero ni sus amigos ni la prensa extranjera pueden acercarse a su domicilio del norte de Pekín sin ser repelidos a golpes por agentes de seguridad.