Hace un año, con la recuperación a toda máquina en la economía mundial, la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, lanzó una recomendación: "Reparemos el tejado ahora que brilla el sol". Estaba apelando a aprovechar la bonanza para reconstruir todo lo destrozado por la gran recesión del 2008, que desnudó los sistemas financieros de todo el mundo y mostró las vergüenzas de unas economías endeudadas hasta las cejas al tiempo que inundó de paro y desigualdad países como España.

"Hace seis meses señalé que se avecinaban tormentas. Hoy el tiempo está cada vez más inestable" resumió Lagarde este martes, en un discurso inquietante, previo a la reunión de primavera del FMI y del Banco Mundial del 12 al 14 de abril. Su símil meteorológico transmite que ya empieza a ser muy tarde para "arreglar el tejado" y que existe el riesgo de que los nuevos "nubarrones" descarguen sobre un terreno aún enlodado por al crisis anterior.

La cuestion ahora es cuánta lluvia descargarán esos "nubarrones". O bien, si las dificultades que se avecinan serán ligeras y transitorias o si por el contrario serán la antesala de una temida recesión.

RECESIÓN LEJANA

El FMI revisará a la baja sus previsiones esta semana. El 70% de la economía mundial está en desaceleración, con EEUU, China, Japón, o la Unión Europea en ese pelotón. Pero Lagarde ha anticipado que el organismo no ve recesión en el horizonte, al menos "a corto plazo".

De momento, las esperanzas se concentran en la expectativa de un cierto repunte del crecimiento en el segundo semestre de 2019 y en el 2020 que el FMI reconoce como "precario" y "vulnerable" a una lista inacable de riesgos a la baja que incluye las posibilidad de un 'brexit duro', la guerra comercial entre China y EEUU, el proteccionismo, Italia, un nivel de deuda superior a los de la anterior precrisis o la hiperreacción de los mercados financieros.

EFECTO REBOTE

Las previsiones de FMI, OCDE y BCE confían en ese rebote a partir del segundo semestre y proyectan mejores tasas de crecimiento para el 2020 que para el 2019. La pregunta es por qué? y el director de Coyuntura y Economía Internacional de Funcas, Raymond Torres, alude a dos tipos de causas.

"En primer lugar, la actual desaceleración se debe en parte a factores transitorios (tensiones comerciales entre China y EEUU, incertidumbres en torno al Brexit, revueltas sociales en Francia, adaptación del sector del automóvil a una nueva normativa medioambiental, crisis de algunos países emergentes). Y se espera que estos factores transitorios desaparecerán o se atenuarán durante los próximos trimestres", señala Torres.

"En segundo lugar, no existen desequilibrios fundamentales similares a los que provocaron la crisis de 2008 o la recaída de 2011 y 2012. Por ello se debería evitar una recesión". Sin embargo, el director de Funcas admite que "no es descartable que las previsiones pequen de optimismo, una vez más".

"En la medida en que se espera que se llegue a un acuerdo entre China y Estados Unidos sobre comercio y que el tema británico se resuelva sin una salida sin acuerdo, cabe esperar que el comercio global y el crecimiento se recupere ligeramente en el 2020", añade a los anteriores argumentos Miguel Cardoso, economista jefe para España en BBVA Research.

Además, los bancos centrales de EEUU y de la zona euro (la FED y el BCE) han decidido retrasar las subidas de tipos de interés para seguir transmitiendo respiración asistida a sus economías. Incluso no se descarta lo contrario, algún nuevo recorte de tipos en EEUU, atisba José Ramón Guijarro, director el servicio de estudios de Bankia.

DEL SECTOR EXTERIOR, AL BOLSILLO

Por el lado de la política fiscal, Alemania, que estuvo a un paso de la recesión técnica a final del año pasado, ya ha anunciado un plan de estímulo que contribuya a sacar a flote una economía con la industria muy herida. Los pedidos de las fábricas alemanas registraron en febrero su mayor caída en dos años y los analistas han rebajado a la mitad sus previsiones de crecimiento para la economía germana en el 2019, del 1,9% al 0,8%

La desaceleración de las economías se está colando por las ventanas del sector exterior, golpeadas por el proteccionismo y las guerras comerciales. Según el análisis que hace el director general de Economía y Estadística del Banco de España, Oscar Arce, para la zona euro, el debilitamiento de las exportaciones estaría empezando a trasladarse a la inversión de las empresas, como muestran los indicadores a la baja de pedidos industriales. El impacto de todo ello sobre el empleo "plantea algunos riesgos sobre el consumo de los hogares de la UEM, remata Arce acertando a describir el calambrazo que viaja desde el debilitamiento exterior hasta el bolsillo de las familias.

España no es ajena al debilitamiento de las exportaciones, pero ese efecto está siendo compensado con un mayor consumo e inversión en construcción. Se prevé un crecimiento del 2,2% para este año (frente al 2,6% del 2018), el doble que el previsto para la zona euros y, al menos de mometo, el diagnóstico de economía española parece responder al la "suave desaceleración" que refiere la ministra de Economía, Nadia Calviño.