El estado de Texas (EEUU) ejecutó martes al afroamericano Christopher Young, condenado a muerte por el asesinato del propietario de una tintorería durante un intento de robo en 2004, pese al rechazo de la familia de la víctima.

A Young, de 34 años, lo declararon muerto a las 18.38 hora local (23.38 GMT) tras recibir una inyección letal en la prisión de Huntsville (cercana a Houston), según notificó el Departamento de Justicia Criminal de Texas (TDCJ, en inglés).

En la mañana del 21 de noviembre de 2004, Young, en ese entonces de 21 años, robó un Mazda Protegé rojo a punta de pistola y condujo hasta una tintorería y tienda de conveniencia propiedad de Hasmukh Patel -su víctima- en San Antonio (Texas).

Disparo en el pecho

Una vez dentro, Young amenazó a Patel, de 53 años, con su pistola pidiéndole todo el dinero de la caja registradora, pero antes de completar el robo le disparó mortalmente en el pecho y se dio a la fuga.

Dos clientes de la tintorería que presenciaron el atraco desde el estacionamiento alertaron a lo ocurrido a la Policía, que detuvo a Young horas después tras localizar el vehículo robado en una vivienda.

Todo el incidente quedó registrado en la cámara de seguridad del establecimiento.

Bajo influencia del alcohol

Quizás por ello Young nunca negó su culpabilidad, pero alegó en su defensa que actuó bajo la influencia del alcohol (unas dos docenas de cervezas) y la cocaína y aseguró que no quiso matar a Patel.

Pese a ello, un jurado le condenó a muerte en 2006 por ese crimen.

La semana pasada, el hijo de Patel, Mitesh, participó en una protesta para pedir al estado de Texas que no ejecutase al condenado, al defender que no sería un "desenlace positivo" para su familia.

Sin embargo, todos los recursos ante los tribunales y las peticiones de clemencia fueron en vano.

Hoy, antes de recibir la inyección letal, Young también dedicó sus últimas palabras a la familia de su víctima: "Quisiera asegurarme de que los Patel sepan que los quiero como me quieren ellos a mí", según el TDCJ.

La de Young fue la octava ejecución de 2018 en Texas y la decimotercera en todo EEUU.

Desde que el Tribunal Supremo restituyó la pena capital en 1976, EE.UU. ha ejecutado a 1.478 presos, 553 de ellos en Texas, más que en ningún otro estado.