Lo que hizo de Martin McGuinness un «formidable enemigo» también hizo de él un «formidable pacificador». Con esas palabras, el exprimer ministro laborista Tony Blair resumía la figura de antiguo dirigente del IRA, un hombre clave en el proceso de paz de Irlanda del Norte con el que Blair pasó años negociando. McGuinness falleció ayer a los 66 años a causa de una enfermedad genética. Hace solo dos meses, ya frágil, había dimitido por razones políticas como viceministro principal en el Gobierno norirlandés.

La trayectoria de este histórico de la lucha republicana en Irlanda fue extraordinaria y controvertida. Quien dirigiera la guerra a sangre y fuego contra el Gobierno británico supo cambiar de rumbo y encauzó la delicada transición de las armas a la política. McGuinness fue, junto a Gerry Adams, un elemento fundamental en los Acuerdos de Viernes Santo firmados en 1998. Ante las cámaras selló la reconciliación estrechando la mano de la reina Isabel II.

Nacido en 1950 en la ciudad de Derry, la pobreza y la discriminación que sufría la minoría católica en una provincia dominada por los unionistas protestantes le condujo pronto a la lucha clandestina. En 1972, a los 22 años, ya era número dos del IRA en Derry cuando se produjo el Bloody sunday (Domingo sangriento), en el que 14 manifestantes desarmados murieron acribillados por soldados británicos. Solo un año más tarde, tal y como se sabría mucho tiempo después, McGuinness participó con Adams en unas conversaciones secretas en Londres con el Ejecutivo británico. Los servicios de inteligencia del MI5 atisbaron ya su potencial para el liderazgo, valorándole como «un hombre serio con visión estratégica».

Su pertenencia al IRA y el haber sido detenido en 1973 con un vehículo cargado de explosivos le llevó dos veces a la cárcel, aunque por poco tiempo. Pese a que él afirmó haber dejado el IRA en 1974 para incorporarse a su rama política, el Sinn Féin, varios expertos en el conflicto sostienen que aún lideraba la banda paramilitar cuando esta lanzó una mortífera oleada de atentados entre 1979 y 1982, como el asesinato de Lord Mountbatten.

Jefe negociador

La transición de McGuinness a la política fue lenta. Ya desde el Sinn Féin, compartiendo liderazgo con Adams, fue el jefe negociador en los Acuerdos de Viernes Santo con el Gobierno de Blair. Durante las discusiones mantuvo reuniones con figuras de los paramilitares republicanos en Belfast. Fue así como se decretaron las treguas de 1994 y 1997 y como el IRA entregó sus armas en el 2005.

Su carrera política arrancó en 1999 como ministro de Educación en el Gobierno norirlandés. En el 2007 se convirtió en viceprimer ministro del Gobierno autonómico, compartiendo el poder con quien antes fue su peor enemigo, el unionista radical Ian Paisley, entonces ministro principal y hoy ya fallecido. Lo más inesperado fue que ambos hombres, encarnizados rivales, entablaron una relación que acabó en amistad.

Ayer, la hija de Paisley, Kyle, lamentó la muerte de McGuinness recordando «todo lo bueno» que su padre y él «hicieron juntos». Su muerte generó más mensajes, pero no todos fueron tan conciliadores. El conservador Norman Tebbit, cuya esposa quedó paralizada por una bomba del IRA en 1984, le recordó como «un cobarde que nunca expió sus crímenes».