La Consejera de Estado y líder de facto del Gobierno birmano, la Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, no acudirá a la Asamblea General de la ONU, donde se debatirá sobre la situación de los rohinyás en Birmania, según han informado este miércoles medios locales.

"Bajo las actuales circunstancias, la consejera de Estado tiene asuntos domésticos que necesitan su atención", ha declarado Kyaw Zeya, portavoz del Ministerio de Exteriores, cartera que también ocupa Suu Kyi, en relación a la crisis desatada en el oeste del país donde reside la etnia rohinyá, recoge el diario 'The Irrawaddy'.

El vicepresidente, Henry Van Thio, acompañado por el consejero de Seguridad Nacional, Thaung Tun, liderarán la delegación birmana.

Este martes ha comenzado en Nueva York la 72 sesión regular de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que terminará el 25 de septiembre, bajo el lema: "Centrados en las personas: la lucha por la paz y la vida decente para todos en un planeta sostenible".

HUIDA MASIVA HACIA BANGLADÉS

Desde el 25 de agosto, al menos 370.000 miembros de la etnia musulmana rohinyá han huido a Bangladés a raíz de la operación militar desplegada en respuesta al ataque contra puestos policiales perpetrado por un grupo de insurgentes rohinyás.

Al menos 414 personas, según cifras oficiales, han muerto en los combates y la contraofensiva militar, aunque el número real podría ser más abultado conforme aseguran organizaciones independientes.

Organizaciones no gubernamentales y en garantes de los derechos humanos han denunciado posibles violaciones de los derechos humanos cometidas por los soldados, a quienes se achaca asesinatos, quemas de viviendas, saqueos y violaciones, entre otros.

LIMPIEZA ÉTNICA

El alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Zeid Ra'ad al Hussein, señaló el lunes que puede estar produciéndose una "limpieza étnica" contra los rohinyás, además de "posibles crímenes contra la humanidad", en Birmania. Al día siguiente las autoridades birmanas rechazaron la acusación del representante de la ONU.

Se estima que más de un millón de rohinyás vivían en el occidental estado Rakhine (antigua Arakán), víctimas de una creciente discriminación desde el brote de violencia sectaria del 2012, que causó al menos 160 muertos y dejó a unos 120.000 rohinyás confinados en 67 campos de desplazados.

Las autoridades birmanas no reconocen la ciudadanía a los rohinyás, ya que les considera inmigrantes bengalís, y les impone múltiples restricciones, incluida la privación de movimientos.