"¿Por qué lloráis?", preguntó Bibihal Uzbeki a sus nietas. Fue por sus lágrimas por lo que dedujo la mala noticia. Suecia había denegado la petición de asilo de esta mujer afgana de 106 años. El argumento de la Administración sueca es que la avanzada edad no es un motivo para otorgar asilo.

La mujer, que ha realizado un largo y peligroso viaje hacia Europa acompañada por sus hijo y sus nietos a través de desiertos, montes y bosques, se enfrenta ahora a la deportación. Bibihal, severamente discapacitada y prácticamente sin poder hablar, tiene la posibilidad de apelar la decisión, proceso que puede llevar un largo periodo de tiempo.

Su caso ya acaparó titulares en el 2015, cuando Uzbeki formó parte de un importante grupo de inmigrantes que intentaban alcanzar Europa procedentes de Siria, Afganistán, Irak y otros países. A pie o en trenes, atravesaron la conocida como ruta de los Balcanes para alcanzar, en el caso de la abuela afgana, Suecia.

Uzbeki llegó al campo de refugiados de Opatovac en Croacia en octubre del 2015, tras un viaje a 20 días con 17 miembros de su gamilia, entre ellos su hijo de 67 años y nietos. En muchos tramos del camino, explicó, la llevaron a cuestas.

La familia aseguró que, en cuanto supo que su solicitud de asilo fue denegada, la anciana sufrió un deterioro general en su estado de salud.

La familia considera que las autoridades suecas, como ocurre en muchos otros países europeos, deniegan el asilo a los refugiados de Afganistán al considerarlo un país seguro.

"El razonamiento de la agencia de inmigración es que Afganistán no es lo suficientemente inseguro", explica Sanna Vestin, la responsable de la red sueca de grupos de soporte a inmigrantes que, a renglón seguido, puntualiza que muchas de las ciudades afganas no son seguras en este momento.