Todas las encuestas les sonríen. Tras cuatro años en la oposición, los socialdemócratas aspiran a ganar hoy las elecciones en Dinamarca con una mayoría suficiente que les permita encabezar el próximo Gobierno. Así, los sondeos le dan al partido de Mette Frederiksen el 28% de los votos, una ligera mejora respecto al 2015 que les abriría las puertas del Ejecutivo.

Confiados en su victoria, han dejado claro que quieren gobernar en solitario. Más allá de la aritmética, eso podría ser posible gracias a la derechización de los socialdemócratas. En los últimos años, el partido ha adoptado una posición muy restrictiva con la inmigración que le permite pactar con la extrema derecha, mientras se apoya en los partidos de izquierda para impulsar medidas sociales.

Aunque todo apunta a su salida del Gobierno, los liberal-conservadores (Venstre) del primer ministro, Lars Løkke Rasmussen, resistirían con el 18% de los votos, un punto y medio menos que hace cuatro años. Para evitar ese desgaste, el partido saca pecho de su endurecimiento en materia migratoria y pide incrementar la inversión pública y realizar un referéndum para decidir si los daneses deben participar en la política exterior y de defensa de la Unión Europea.

Dinamarca es un país especialmente fragmentado. En estas elecciones, hasta 13 partidos tienen opciones de obtener representación en el Folketing, el Parlamento danés. El más perjudicado por ello podría ser el ultraderechista Partido Popular Danés (DF). Tras marcar la agenda del Gobierno de Rasmussen desde la oposición, el partido anti-inmigración apunta a tan solo un 12% de los votos, casi nueve puntos menos que en el 2015.

Sin embargo, el populismo nacionalista y racista no desaparece, se transforma. Y en este caso en facciones aún más radicalizadas. Así, las encuestas dan hasta un 4% a dos nuevas formaciones islamófobas.

La Nueva Derecha se ha hecho un sitio pidiendo la deportación de todos los inmigrantes pobres, salir de la UE y de la convención de los refugiados de la ONU y suprimir impuestos a las grandes empresas. Y Línea Dura exige prohibir el islam, deportar a todos los musulmanes y preservar la etnia blanca en Dinamarca. Ambas pueden endurecer más la política migratoria de Copenhague.

BLOQUE ROJO Y BLOQUE AZUL / Aunque hay una importante escala de matices y diferencias ideológicas, los partidos daneses se dividen entre el bloque rojo y el azul. El primero, supuestamente de izquierdas, lograría una mayoría del 54,5% . Eso se debería a la mejora de casi todas las formaciones que lo integran. Además de los socialdemócratas, las encuestas dan un fuerte impulso a los socioliberales, que pasarían a tener un 6%, la socialista Alianza Rojo-Verde (8%) y al Partido Popular Socialista (8%). Solo el partido ecologista La Alternativa se vería resentido (4%).

Al otro lado el derechista bloque azul captaría un 45,2% de los votos, pero más fraccionado. Además de los ya mencionados, el Partido Popular Conservador crecería a un 6% y los Democristianos regresarían al Parlamento con un 2%. Esa mejora perjudicaría a la Alianza Liberal, que se hundiría hasta el 3% tras unirse, a finales del 2016, a un Ejecutivo junto a conservadores y extrema derecha.