Tras el éxito de la gran movilización contra la reforma de las pensiones, que el jueves sacó a la calle a 800.000 franceses, los sindicatos quieren mantener la presión para obligar al Gobierno a retirar el proyecto y han hecho un llamamiento para volver a manifestarse y acudir a la huelga el próximo martes. Las centrales convocantes -CGT, FO, Solidaires, FSI y tres organizaciones estudiantiles- creen que la pelota está ahora en el tejado de Emmanuel Macron y de su primer ministro, Edouard Philippe, que presentará íntegramente el texto el miércoles. El lunes, el Ejecutivo recibirá a los agentes sociales para finalizar el proceso de concertación.

Philippe reiteró ayer su voluntad de suprimir los regímenes especiales del ferrocarril y los transportes parisinos, pero también que está dispuesto a que la transición hacia el nuevo régimen sea «progresiva». Se confirma así que el calendario de aplicación es uno de los aspectos en los que el Ejecutivo está dispuesto a ceder para evitar que el conflicto social se prolongue. «Mi lógica nunca será la de la confrontación», dijo Philippe en una breve intervención.

El Gobierno plantea un sistema universal por puntos para reemplazar los 42 regímenes existentes en la actualidad -general, de funcionarios, privados, especiales, autónomos y complementarios- alegando que será «más justo y más sólido».

Pero los sindicatos opuestos al proyecto y los partidos de izquierda temen que el nuevo modelo signifique jubilarse más tarde con una pensión más baja, igual que el 70% de los franceses que dice apoyar las protestas.

Solo el sindicato mayoritario, el moderado CFDT defiende la idea del régimen universal, a pesar de que su secretario general, Laurent Berger, no apoyará el plan gubernamental de incluir en la reforma las denominadas medidas paramétricas, como aumentar el periodo de cotización o la edad de jubilación, para equilibrar las cuentas públicas.

Mientras, los paros continuaron ayer por segundo día consecutivo, especialmente en el transporte público, muy afectado. También se bloquearon cinco depósitos de carburante. La compañía estatal de ferrocarril (SNCF) -donde el 87% de los conductores sigue de huelga- anuló el 90% de los trenes de alta velocidad, no circuló ninguno de los que unen Francia con España, Italia y Alemania, y la mitad de los Eurostar que viajan a Londres se cancelaron. Dos líneas de cercanías que unen París con la periferia solo circularon en horas punta, hubo un tercio menos de autobuses y en el metro funcionaban dos líneas mientras diez permanecían cerradas. En el transporte aéreo se anularon el 20% de los vuelos, aunque la previsión para hoy era más optimista.