El cuerpo de Jamal Khashoggi, el periodista saudí asesinado en el consulado de su país en Estambul el 2 de octubre de 2018, habría sido quemado, según publicó ayer la Policía turca en un informe.

El periodista y colaborador de The Washington Post, según las investigaciones de la Policía turca, fue interceptado justo al entrar al recinto consular, donde quería tramitar unos papeles para casarse con su prometida. Entonces, al traspasar la puerta, un grupo de 15 saudís, llegados expresamente a Turquía para atraparle, lo estrangularon hasta matarle. Después, cortaron el cadáver con una motosierra que un médico forense miembro del grupo se había traído consigo desde Riad.

Meses después de que la historia se haya bajado de la ola de la actualidad, la Policía turca da más detalles de lo que podría haber ocurrido.

La investigación aún no ha terminado y todo son, de momento, suposiciones: una vez troceado el cuerpo, el forense habría metido las partes en un horno del sótano del consulado saudí. El horno, en teoría, es capaz de llegar a los 1.000 grados centígrados. Suficiente, por supuesto, para eliminar todo rastro de ADN, según asegura el informe de policía. La hipótesis anterior era que el comando saudí disolvió el cadáver con ácidos: todas son versiones que en cualquier caso explicarían por qué cuatro meses después de su muerte el cuerpo de Khashoggi sigue sin aparecer.

Para disimular, dice el informe, los saudís compraron a domicilio 32 porciones de carne sin cocinar a un restaurante local. «Surgen muchas preguntas. ¿Formaba esto parte de un plan preestablecido? Todo esto, por supuesto, será clarificado. La investigación no ha terminado aún», precisa el informe.

Los responsables materiales del asesinato de Khashoggi, los miembros del equipo de 15 personas que llegó y se marchó ese 2 de octubre de 2018 a Estambul, están siendo procesados en Arabia Saudí; algunos de ellos se enfrentan a penas de muerte.

Pero tanto Turquía como la ONU consideran que ese grupo difícilmente actuó por cuenta propia. Alguien, dicen, debió de dar la orden: «Khashoggi fue víctima de un asesinato brutal y premeditado, planificado y perpetrado por funcionarios de Arabia Saudí. Su asesinato y la pura brutalidad del mismo han causado una tragedia irreversible para sus seres queridos. Asimismo, supone una serie de implicaciones internacionales que requieren la atención urgente de la comunidad internacional, incluida la ONU», dijo la semana pasada la relatora de Naciones Unidas que encabeza las investigaciones sobre el asesinato Khashoggi, Agnes Callamard.

El informe de la policía turca recoge, además, la hipótesis de que los saudís, muy probablemente, sopesaron asesinar también a la prometida de Jamal Khashoggi, la académica e islamóloga turca Hatice Cengiz.

Cuando Khashoggi entró por última vez en el consulado, Cengiz se quedó esperándole fuera. Fue ella, de hecho, quien alertó, cuando habían pasado ya muchas horas, a las autoridades turcas.