Una alianza contra las migraciones como avanzadilla de otra más ambiciosa, «cambiar la Comisión Europea y sus políticas» y después voltear los tratados europeos. La cita en Milán entre Viktor Orbán, primer ministro de Hungría y Matteo Salvini, vicepresidente del Gobierno italiano, ministro del Interior y presidente de la Liga, duró una hora, mientras unas 15.000 personas se manifestaron en el exterior bajo el eslogan de una Europa sin murallas. La cuestión más caliente sobre la que se centraron los focos fue la presión migratoria, pero en la agenda del encuentro estaban las eleciones europeas del próximo mayo y las alianzas sucesivas. «Estamos cerca de un cambio histórico continental», explicó Salvini, a quien Orbán había calificado como «mi héroe» y como «mi compañero de viaje».

«Palabras sabias», encajó el ministro italiano. Orbán vestía la corbata verde tradicional de la Ligay reveló que antes de encontrar al ministro italiano había pedido permiso a Silvio Berusconi, con quien la Liga sigue manteniendo una alianza de centroderecha un tanto maltrecha.

«Hungría es la prueba de que los migrantes en tierra firme pueden ser bloqueados», dijo Orbán, que subrayó que «a partir de aquí comienza la misión de Salvini». Es decir, «demostrar que los inmigrantes pueden ser parados también en el mar; es el único que lo ha hecho». «No des marcha atrás», le animó en público. El político magiar defendió a su país, «atacado en Europa porque hemos demostrado que las fronteras pueden ser defendidas».

SALVINI, «ORGULLOSO» / Salvini respondió que se sentía «orgulloso de representar un punto firme no solo en Italia sino para todo el continente europeo». «Cuanto hemos hecho hasta ayer, lo haremos también mañana», añadió antes de subrayar: «Pueden abrir investigaciones y procesos, pero no me harán cambiar idea». Se refería al sumario abierto en Agrigento (Sicilia), por secuestro de personas, al haber mantenido durante 10 días en alta mar una nave militar italiana con 177 personas huidas de Eritrea.

Según Orbán, actualmente en la UE hay dos bandos, uno guiado por el presidente francés, Emmanuel Macron, líder de aquellas fuerzas que apoyan la inmigración. «Y en la otra parte estamos nosotros, que queremos parar la inmigración ilegal».

El Partido Popular Europeo (PPE), que reúne a los conservadores en la Eurocámara, muchos de los cuales son católicos, no ven con buenos ojos las políticas migratorias de Orbán, que forma parte del PPE. «Quisiéramos que adoptasen nuestra posición», dijo ayer en Milán. Salvini no forma parte del PPE, donde sí está Forza Italia de Berlusconi, por lo que, tal como es ahora la geografía de la Eurocámara, la alianza Orbán-Salvini resulta difícil.

A través de las políticas migratorias, ambos líderes han confirmado en Milán que «comienza hoy un recorrido que nos acompañará en los próximos meses en vistas de una Europa distinta, para cambiar la Comisión Europea». Su objetivo será lograr «todo aquello que niega la élite europea, financiada por los George Soros [multimillonario húngaro, bestia negra de Orbán] y Macron de turno». «Estamos cerca de un cambio histórico de ámbito continental», enfatizó Salvini.

PROTESTAS / El encuentro se celebró en la sede de la delegación del Gobierno en Milán, mientras unas 15.000 personas protestaban. Estaban los tres partidos de la izquierda, los exmilitantes del ANPI, colectivos estudiantiles y sindicatos. Los colectivos antiglobalización pintaron la sede del consulado húngaro de color rojo y frente al edificio gritaban: «Vuestras fronteras matan».

«Orbán no es la solución, sino el problema», declaró Maurizio Martina, secretario del progresista Partido Demócrata (PD), que reconoció que «Europa no ofrece aún respuestas fuertes sobre temas cruciales como la inmigración».