Diferentes frentes con un mismo objetivo. Las fuerzas de extrema derecha se conjuran para irrumpir en el tablero europeo. En un nuevo gesto para reforzar su proyecto para torpedear desde dentro la UE, el vicepresidente de Italia y líder de la Liga, Matteo Salvini, se reunió ayer en Budapest con el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, referente de la llamada internacional populista.

Mientras su socio de Gobierno, el Movimiento 5 Estrellas, presentaba su programa para las elecciones europeas del próximo 26 de mayo, Salvini acompañó a Orbán hasta la frontera con Serbia para presentar su principal propuesta: la lucha contra la inmigración. El cierre del paso fronterizo de Röszke y el levantamiento de vallas en el 2015 se convirtió en un poderoso símbolo de las políticas xenófobas de Budapest.

La reunión tuvo un claro contenido político. Como ya hicieron en agosto del año pasado en Milán, ambos alabaron sus políticas conservadoras y nativistas y reforzaron una sintonía que puede ser clave para influenciar en la política comunitaria tras los comicios. «La nueva Europa empieza con nosotros», remarcó el también ministro del Interior italiano. Repitiendo el patrón continental, a Salvini y a Orbán no les hará falta formar parte del mismo grupo para marcar el debate en Bruselas con una agenda común. Si no hay una sorpresa de última hora, el partido del líder húngaro, Fidesz, seguirá en el Partido Popular Europeo (PPE), familia que engloba desde a los conservadores de Angela Merkel en Alemania a los de Pablo Casado en España. El pasado 20 de marzo el PPE suspendió temporalmente a su socio húngaro por sus violaciones de derechos humanos como la libertad de reunión o de religión, según dictaminó el Tribunal de Justicia Europeo. Sin embargo, descartó su expulsión. Y es que ante unas elecciones donde la irrupción de la extrema derecha mermará su poder, el PPE no puede permitirse perder a uno de los aliados que más escaños les aporta, hasta 12.