Francia volvió ayer a vivir un nuevo sábado negro. Los casi 90.000 efectivos de las fuerzas del orden desplegados en el país para hacer frente a la cuarta manifestación de los chalecos amarillos, movilizados desde hace tres semanas contra de la subida del impuesto a los carburantes, no impidieron una cuarta jornada violenta salpicada de incidentes en las principales ciudades del país pese a que la mayoría de los manifestantes desfilaron de manera pacífica.

En París, el cambio en la estrategia policial -con unidades móviles más reactivas y un dispositivo orientado a evitar la entrada de elementos radicales- no permitió evitar la violencia. En los Campos Elíseos y en la plaza de la República se vivieron momentos de alta tensión con el sonido de fondo de las sirenas policiales y los helicópteros.

Interior sacó por primera vez a las calles de la capital doce vehículos blindados de la Gendarmería que hasta ahora solo se habían utilizado en los motines de la isla de la Reunión y en las protestas contra la construcción del aeropuerto de Notre Dame de Landes.

Según el Ministerio del Interior, se manifestaron 125.000 personas, 10.000 de ellas en París, se practicaron 1.385 detenciones en todo el país y hubo un centenar de heridos.

En la capital, que ayer mostraba un extraño aire de ciudad semidesierta, con tiendas, restaurantes y museos cerrados, hubo 8.000 efectivos de las fuerzas del orden distribuidos en los puntos calientes de la movilización.

En las estaciones de tren y las vías de acceso a París, hubo agentes de paisano y policías efectuando registros sistemáticos a los manifestantes. Entre los objetos requisados, encontraron una hoz, un martillo y un bate de béisbol. Mientras, grupos de manifestantes diseminados recorrían las principales arterias para confluir en la avenida de los Campos Elíseos, donde al medio día la calma inicial dio paso a los gases lacrimógenos y los cañones de agua para dispersar a los violentos.

De vez en cuando, los chalecos amarillos se arrodillaban con las manos en la nuca imitando la humillante detención de 150 adolescentes el jueves en Mantes la Joly durante una concentración estudiantil.

En la plaza de la Ópera, en la Madeleine y en los Grandes Bulevares algunos manifestantes intentaron desmontar las vallas de una obra para levantar barricadas. Los incidentes se extendieron a la plaza de Trocadero y a la de Víctor Hugo.

LLAMAS Y ADOQUINES / Algún coche terminó siendo pasto de las llamas, los adoquines impactaron la fachada de la Cámara de comercio y alguna boutique de lujo fue saqueada. «Un perfume de victoria», decía una pintada en un escaparate de Chanel. La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, lamentó las escenas de caos y los enormes daños para la economía y la imagen de la ciudad.

Los bloqueos en carreteras y rotondas fueron la tónica del día y en las principales ciudades francesas las protestas en general pacíficas también terminaron con disturbios. En Bruselas hubo un centenar de detenidos en una marcha de 400 manifestantes en el barrio europeo.El presidente francés, Emmanuel Macron, que ha guardado silencio durante toda la semana y ayer se reunió con numerosos alcaldes, se dirigirá a los franceses el lunes por la tarde. Se espera que anuncie medidas para mejorar el poder adquisitivo de las clases medias y más concesiones en materia fiscal. Hasta entonces, el mensaje del Gobierno es apelar al diálogo. El primer ministro, Edouard Philippe, en una breve comparecencia, recordó que se han iniciado las reuniones con una delegación de chalecos amarillos y reiterado que ningún impuesto merece poner en peligro la unidad de la nación. La ultraderechista Marine Le Pen pidió al presidente una respuesta «fuerte» y, junto al líder de la Francia Insumisa, Jean Luc Mélenchon, sigue reclamando la disolución de la Asamblea Nacional, que este lunes debatirá una moción de censura contra el Gobierno.Ante la magnitud del movimiento de los chalecos amari-