"Rusia, si están ustedes escuchando, espero que sean capaces de encontrar los 30.000 correos de Hillary Clinton que están desaparecidos; creo que serán bien recompensados por nuestra prensa".

Estas palabras, pronunciadas por el actual presidente de EEUU, Donald Trump, cuando todavía era el candidato del Partido Republicano, aún provocan muecas de incredulidad, no solo en EEUU, sino también en Rusia y Europa. El entonces aspirante conservador a la Casa Blanca pedía públicamente, y sin ambages, ayuda a una potencia extranjera para batir a su rival, tan solo cuatro días después de que Wikileaks, la plataforma gestionada por Julian Assange, difundiera la primera entrega de material comprometedor sobre la candidata. Los documentos habían sido robados presuntamente por FancyBear, un grupo de ciberespionaje con vínculos con la inteligencia militar de Rusia, tras piratear el sistema informático del Partido Demócrata.

Hoy, más de dos años después de todo aquello, nadie duda de que el origen del pirateo estuvo en Rusia, según se desprende del informe recién acabado por el fiscal especial, Robert Müeller, y de las acusaciones presentadas por su equipo contra 12 individuos con pasaporte ruso, todos ellos agentes del servicio de espionaje conocido por su antiguo nombre, el Departamento Central de Inteligencia o GRU. Müeller y su equipo, eso sí, no han encontrado pruebas de que Trump y su entorno se coordinaran con Rusia para hacerlo posible.

CONTROVERTIDO VÍDEO DE IRAK

Assange se dio a conocer en el 2006, cuando difundió una serie de documentos filtrados por Chelsea Manning que denostaban el papel del Ejército de EEUU en las guerras de Irak y Afganistán. Especialmente dañino fue la difusión de un vídeo de un ataque con helicópteros en Bagdad en el 2007 con varias bajas en las que se oye cómo los soldados norteamericanos se burlaban y trataban con desprecio a sus víctimas. Las imágenes tuvieron un gran impacto y provocaron un tenso debate en Europa y EEUU acerca de la presencia militar norteamericana en el país árabe.

Poco más tarde, en el 2010, con la ayuda de importantes diarios o revistas internacionales, difunde los cables diplomáticos secretos de las embajadas y la diplomacia norteamericana. En este caso, el contenido de los mensajes no destapó grandes exclusivas y en algunos medios se les tachó de simples "cotilleos" sin trascendencia. Eso sí, la imagen de la diplomacia de EEUU quedó muy mal parada debido al vocabulario que se empleaba, en algunos casos en tono de desprecio, hacia importantes personalidades políticas.

En el mismo año, una orden de arresto internacional fue emitida contra Assange por un supuesto delito sexual. Dos años más tarde, ante la posibilidad de ser arrestado y extraditado a EEUU, se refugió en la embajada de Ecuador en Londres.

INJERENCIA EN EL PROCÉS DE CATALUÑA

A partir de este punto, la imagen de Assange como adalid de la libertad de prensa se va difundiendo poco a poco, al tiempo que las causas que va defendiendo con sus filtraciones van alineándose cada vez más con las de Rusia, un país con escasas credenciales democráticas. No solo fueron los correos de Clinton durante las presidenciales en EEUU. Dos días antes de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas en mayo del 2017, Wikileaks difundió material que ponía en cuestión a Emmanuel Macron, que se enfrentaba a Marine Le Pen, la líder de la ultraderecha francesa, que no oculta sus simpatías por el Kremlin.

Durante la crisis en Catalunya de octubre del 2017, Assange acusó a EL PERIÓDICO de mentir difundiendo la noticia de que la CIA había advertido a los Mossos d'Esquadra de un posible atentado en Las ramblas. Además, dirigió, vía vídeoconferencia, charlas a los manifestantes independentistas en las que les aseguraba que formaban parte de un movimiento de vanguardia en favor de la liberación de las naciones sin Estado. Durante aquellos días, miembros del Gobierno de Mariano Rajoy acusaron a Rusia de interferir en la crisis catalana.