Tres días para lanzar un «proceso de paz» en Siria cuya batuta estará en manos de Rusia y, más concretamente, de su presidente, Vladímir Putin. Un día después de reunirse en secreto con el presidente sirio, Bashar el Asad, el líder del Kremlin congregó ayer, también en Sochi, a sus dos socios en las negociaciones del país árabe -el líder iraní, Hassan Rouhani, y el hombre fuerte de Turquía, Recep Tayyip Erdogan- para celebrar una cumbre tripartita con el objetivo de sentar las bases para un «diálogo político» en Siria.

«Ha aparecido una verdadera posibilidad de poner fin a esta guerra civil que se ha prolongado durante años», proclamó con pompa el mandatario ruso en la ronda inicial de discursos. «Es evidente que el proceso no será fácil y que requerirá de compromisos y concesiones por parte de todos, incluyendo el Gobierno sirio», remachó en tono asertivo.

Sus dos invitados le respondieron con grandes palabras y algunas líneas rojas. Mientras el iraní Rohani instaba a la nación siria a no permitir «ninguna interferencia de los extranjeros», en velada referencia a EEUU y a la UE, el turco Erdogan auguraba que en el transcurso de la reunión, se adoptarían «decisiones trascendentales».

Uno de los principales objetivos de la cumbre tripartita es la convocatoria, en territorio ruso, de lo que la diplomacia del Kremlin denomina como «congreso de diálogo nacional sirio», en el que dialogarían el régimen y la oposición, una idea rechazada hasta ahora por estos últimos, dada la desconfianza que les genera Rusia como árbitro y su preferencia por las conversaciones de Ginebra auspiciadas por la ONU. El anuncio de la cita lo realizó el propio Putin durante la tarde, tras reunirse con sus invitados.

Precisamente, en el bando de los rebeldes opuestos al régimen de Bashar el Asad se están produciendo cambios, mientras que en el plano de las relaciones internacionales, Arabia Saudí, uno de sus principales valedores, estrecha lazos con Rusia, llegando a fraguar una sorprendente alianza para mantener el precio del petróleo, lo que podría influir en el desarrollo de las conversaciones futuras entre el régimen y la oposición.

En los últimos días se ha materializado la dimisión de Ryad Hijab, quien encabezaba el Comité para las Altas Negociaciones, la delegación opositora presente en las conversaciones auspiciadas por la ONU.

Hijab se oponía radicalmente a cualquier tipo de componenda que permitiera a Asad, acusado de crímenes de guerra y contra la humanidad, seguir en el poder. La renuncia de Hijab hacía entrever a los observadores concesiones en este espinoso tema que ha bloqueado cualquier avance hasta ahora.

Sin embargo, las diferentes facciones sirias mantienen, al menos por ahora, dicha demanda. Reunidas ayer en Riad, capital de Arabia Saudí, volvieron a reivindicar que Asad renuncie a la presidencia de Siria, según el borrador del documento final del encuentro al que tuvo acceso la cadena Al Arabiya.

UN «EQUIPO FUERTE Y UNIFICADO»

A la conferencia, que tuvo lugar en un hotel de lujo de la ciudad, asistió el mediador de la ONU para el conflicto sirio, Staffan de Mistura, quien conminó a los opositores sirios a adoptar una posición común para mejorar sus posibilidades en las negociaciones. «Necesitamos un equipo fuerte y unificado», reclamó con firmeza De Mistura.

Pese al optimismo del Kremlin, cuyo líder ha proclamado con boato que la guerra estaba en fase terminal, siguen las matanzas. Según los cascos blancos, un centenar de personas ha perdido la vida en los últimos días como consecuencia de los bombardeos rusos y del régimen en los alrededores de Damasco.