Nadie esperaba grandes avances durante la primera visita a Moscú del secretario de Estado de EEUU, Rex Tillerson. Todo lo máximo, pequeños gestos para distendir la enrarecida atmósfera que, desde hace tiempo, envuelve a las relaciones ruso-norteamericanas. Tras las conversaciones, Tillerson y su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, dieron cuenta ayer de los pasos acordados durante la jornada para reducir la actual «falta de confianza» existente entre ambos países, impropio de «las dos principales potencias nucleares», en palabras del mandatario norteamericano.

Por un lado, se reanuda la aplicación del memorando para evitar incidentes militares entre las fuerzas aéreas de ambos países, suspendido por el Kremlin como respuesta inmediata al bombardeo estadounidense contra la base siria de Shayrat. Por otro lado, los dos países acordaron crear un grupo de trabajo para solucionar «las cuestiones problemáticas en las relaciones bilaterales», tal y como lo describió Lavrov en la rueda de prensa conjunta ofrecida tras la reunión.

Pese a que se mantuvo el suspense hasta el último momento, Tillerson fue finalmente recibido por el presidente Vladímir Putin, lo que se interpreta como una valoración positiva por parte del Kremlin de la jornada de conversaciones desarrollada por los jefes de las diplomacias de ambos países en la capital rusa.

las diferencias afloran / Pero aquí se acabó el entendimiento. Como se constató en las intervenciones de ambos mandatarios durante la rueda de prensa, afloraron las importantes diferencias que separan a Washington y Moscú en temas candentes, en especial acerca de Siria.

Las posiciones acerca del futuro del presidente Bashar el Asad y la responsabilidad del ataque químico en la localidad de Jan Sheyjan se mantienen tan enfrentadas como antes del encuentro.

Reiterando palabras empleadas horas antes de su llegada a Moscú, Tillerson declaró que el «reinado de la familia Asad está llegando a su fin», aunque subrayó que el relevo debía hacerse «de forma organizada», a través de una transición negociada con «todos los grupos» religiosos y étnicos.

Nada más iniciarse las conversaciones, la televisión rusa difundió una entrevista con el presidente Vladímir Putin en la que reconocía que las relaciones entre ambos países se habían deteriorado en los meses de presidencia de Donald Trump. «Se puede decir que el nivel de confianza a nivel de trabajo, especialmente en el nivel militar, no solo no ha mejorado sino que se ha deteriorado», declaró el líder ruso.