El presidente venezolano, Nicolás Maduro, ha llevado a cabo el tercer incremento del salario mínimo en lo que va de año: la subida es del 375%. En virtud del nuevo decreto, una buena parte de los venezolanos tendrá en sus bolsillos 7,5 dólares mensuales cuando hasta el pasado lunes recibía menos de dos dólares al mes. El aumento alcanza para poco y nada en un país agobiado por la hiperinflación y el reinado del mercado negro.

El Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros calculó, antes de conocerse la medida, que una familia necesitaba 138,4 salarios mínimos para cubrir sus necesidades básicas.

El Gobierno pierde de antemano la carrera contra la subida de precios. En el 2018 se llevaron a cabo seis aumentos de las mensualidades. Entonces, se produjo la reconversión monetaria y se le quitaron cinco ceros al bolívar. Las intervenciones no han servido para detener la pulverización del poder de compra. La inflación de septiembre fue del 23,5% mientras que la de agosto alcanzó el 65,2%. Esos números fueron interpretados por las autoridades como una señal de que el coste de la vida comenzaba a ceder.