El presidente israelí, Reuvén Rivlin, encargó ayer la tarea de formar Gobierno al actual primer ministro, Benjamín Netanyahu, que ganó por la mínima los comicios del pasado día 9 al frente del partido Likud y que es quien tiene más apoyos, con un total de 65 asientos (de 120) del bloque de grupos de derecha.

Netanyahu tendrá un plazo de 28 días, ampliable a dos semanas más, para crear un nuevo Ejecutivo, y se espera que las negociaciones formales den comienzo cuando acaben las vacaciones de la festividad de Pésaj (Pascua Judía), que empieza mañana, aunque el mandatario insistió en que se iniciarán «lo antes posible». Tras el recuento final de votos, el derechista Likud, con Netanyahu al frente, se quedó con 35 escaños tras las elecciones y empató con la coalición centrista Azul y Blanco.

Sin embargo, la aritmética parlamentaria dio más opciones al actual primer ministro, y si finalmente consigue formar un nuevo equipo gubernamental, este se convertirá en su quinto mandato al frente de Israel, y el cuarto consecutivo. Los últimos días, durante las consultas de Rivlin con todas las formaciones políticas que consiguieron representación parlamentaria, la mayoría de partidos de derecha dieron su aval a Netanyahu. Tanto los grupos ultraderechistas Israel Nuestro Hogar y Derecha Unida, con cinco diputados cada uno, como Kulanu, con cuatro, anunciaron su apoyo al mandatario, y se sumaron a los de las organizaciones judías ultraortodoxas Shas y Judaísmo Unido por la Torá (JUT), que con ocho escaños cada una podrían tener un peso superior en el próximo Ejecutivo. Estos apoyos garantizan al Likud una mayoría de 65 escaños sobre los 120 asientos en el Parlamento, mientras que en la oposición quedarían la coalición Azul y Blanco, las dos listas que, con un total de 10 escaños, representan a la minoría árabe, y la menguada izquierda israelí, con el Partido Laborista y el pacifista Meretz, que se quedan con seis y cuatro asientos, respectivamente.