Los jóvenes senegaleses tienen la llave de las elecciones presidenciales. De su voto depende si la balanza girará hacia Maky Sall, el presidente elegido en las últimas elecciones de 2012 o la nueva apuesta, Ousmane Sonoko, considerado el «Sankara de Senegal» por defender un discurso antisistema y anticolonial.

Thomas Sankara fue un líder revolucionario de Burkina Fasso, asesinado en octubre de 1987, a sus 33 años, tras amasar una gran popularidad al transformar un país abatido en esperanza ciudadana. Así, muchos senegaleses perciben al líder Sonoko, como la esperanza de la juventud que representa más de la mitad de la población.

TRADICIÓN DEMOCRÁTICA

Uno de cada dos ciudadanos tiene edad para votar en estos comicios del país del África Occidental con mayor estabilidad y tradición democrática. Una razón de peso para que agencias internacionales de Naciones Unidas, numerosas organizaciones, oenegés y grupos de investigación hayan colocado los prismáticos de toda la región africana del oeste en la capital de Dakar. «¿Votas?», le preguntó EL PERIÓDICO a un joven estudiante, Moisés Daka, nativo de Casamance. A lo que respondió: «Pues claro, este es un derecho ciudadano que debemos atribuirnos todos como una obligación».

El «derecho ciudadano» es la frase más repetida durante la jornada electoral de este domingo, para la que han sido convocados más de 6,5 millones de senegaleses. En este sentido, el presidente de Senegal, Macky Sall expresó en su cuenta de Twitter que «este día de voto es importante para la vida democrática». Sall parte claramente como el candidato favorito en las presidenciales y espera que su victoria se produzca en la primera vuelta como marca la tradición en las elecciones senegalesas. Lo contrario representaría un funesto presagio para permanecer en la silla presidencial.

AUSENCIA DE VIOLENCIA

Aunque todavía no hay cifras oficiales de participación, el voto se ha producido, según los observadores, «de manera masiva» y en un clima de orden y calma. «He venido tranquilamente, he votado con tranquilidad y regreso a casa con el orgullo de haber formado parte de una gran participación», comentó un ciudadano senegalés a los medios de comunicación autóctonos.

La ausencia de la violencia durante la campaña y la jornada electoral, así como la presencia de más de 5.000 observadores acreditados—de los cuales 4.200 son nacionales y 900 internacionales, según la Dirección General de las Elecciones del país africano—-han mostrado la madurez política del pueblo y de una élite consciente de los anhelos de cambio de una población que sigue luchando contra la pobreza y la exclusión.