En democracia sabes que quien llama a tu puerta a las seis de la mañana es el lechero, decía Churchill. También en China hay certezas. Si llaman a tu puerta mientras criticas al Gobierno en una televisión extranjera, sabes que es la Policía. Le ocurrió a Sun Wenguang, un terco disidente octogenario. La detención en directo revela, como aclaró el presentador, la situación de los derechos humanos en China.

Sun estaba siendo entrevistado por teléfono en el programa vespertino en mandarín de Voice of America, cadena sufragada con fondos públicos y atareada en meter el dedo en el ojo a todos los regímenes hostiles a Washington. Debatía sobre la «diplomacia de tirar el dinero», en alusión a las ayudas chinas a África, cuando cambió súbitamente de tercio. «Aquí están otra vez. Cuatro, cinco, seis de ellos. ¿Qué? ¿He dicho algo malo? Escuchad lo que he dicho. Aquí hay gente pobre, no tiremos el dinero en África. Los ocho que estáis aquí, escuchad: tirar el dinero no es bueno para nuestro país», proseguía el entrevistado cada vez más alterado. «¿Qué estáis haciendo? Esto es ilegal, no podéis entrar en mi casa. ¡Estoy ejerciendo mi libertad de expresión!». Después se escucharon ruidos sordos, probablemente de un forcejeo, y el silencio. Se desconoce dónde está Sun. No contesta a las llamadas ni los mensajes en redes sociales de la cadena y las fuentes oficiales no lo han aclarado. Algunos aseguran que está en arresto domiciliario; otros, dicen que está en un hospital militar.

Sun es además profesor jubilado de Química.