Una nueva pista puede ayudar a esclarecer uno de los grandes crímenes de la historia belga: "Los asesinatos de Brabante", tal y como se conoce a un oscuro capítulo de principios de los años ochenta. Entre 1982 y 1985 fueron asesinadas 28 personas y varias decenas más resultaron heridas en varios robos con violencia a comercios y supermercados que reportaron a sus autores un exiguo botín de 7 millones de francos belgas (unos 175.000 euros). Ni uno solo de ellos fue capturado. 32 años después la confesión de un exgendarme en su lecho de muerte ha reactivado la investigación y puede servir para empezar a arrojar luz sobre este misterio.

Los miembros de la banda, según la información recabada hasta ahora por la policía, eran tres conocidos como "el gigante”, “el asesino” y “el viejo”, que actuaron impunemente durante tres años en una veintena de robos. El primero de ellos se produjo en 1982. Siguieron asaltando bajo el mismo modus operandi de comando militar supermercados y comercios hasta finales de 1983. Tras un parón de dos años, la 'Banda de Nivelles', como era conocida, volvió a actuar a finales de 1985 con un saldo de 8 muertos. En noviembre de ese año atacaban el supermercado Delhaize de Aalst que pese a la vigilancia y a la recompensa ofrecida por la cadena -unos 250.000 euros que todavía están disponibles a cambio de información- no pudo impedir el ataque.

Quince minutos de asalto para un botín de menos de 25.000 euros que dejó un baño de sangre. Otros ocho muertos, incluidos niños, y durante el cual habría recibido un balazo uno de los integrantes de la banda, el conocido como “el asesino”. Según la hipótesis policial, fue herido mortalmente durante el robo y habría muerto. Fue el último golpe. Después desaparecieron sin dejar rastro.

LA CONEXIÓN CON LA GERMANDERÍA

La investigación policial nunca se ha detenido. El Parlamento belga fue escenario en la década de los noventa de varias comisiones parlamentarias. Ahora nuevos elementos llevan a pensar que "el gigante” podría ser el exgendarme Chris Bonkoffsky, alias ‘Bonno’, que falleció hace dos años y que, según ha contado su propio hermano, le habría confesado poco antes de morir ser uno de los implicados. “Su familia confirma que era uno de los miembros de la Banda de Nivelles y que estaba en la Diane. Un gendarme que practicaba tiro a menudo y que estaba orgulloso de ser uno de los hombres fuertes de la banda”, ha asegurado el fiscal general de Lieja y encargado del caso, Christian De Valkeneer.

De momento, no es más que una hipótesis. Su parecido físico con uno de los retrato robot difundidos en la época, con gafas prácticamente idénticas, una altura de más de un metro y noventa centímetros, el hecho de que en los días de los asaltos en 1985 no estuviera en comisaría y su experiencia con armas de fuego como miembro de élite de la brigada Diane, una unidad de fuerzas especiales de la gendarmería de la que fue expulsado tras un incidente, hacen pensar a los investigadores que puede ser el llamado “gigante”.

Su nombre ya fue mencionado en 1997 por su parecido con el retrato robot pero la pista no fue explotada entonces. En el año 2000, las autoridades compararon también su ADN y huellas -algo difícil en los ochenta- pero los resultados fueron negativos. Durante la investigación también han surgido los nombres de otros gendarmes: Madani Bouhouche (fallecido en 2005) y Robert Beijer que vive actualmente en Tailandia y que asegura estar dispuesto a regresar a Bélgica a explicarse.

REACTIVACIÓN DE LA INVESTIGACIÓN

El rastro de “Bonno” resurgió el pasado 22 de febrero y las autoridades han reforzado desde entonces el equipo de investigación. “Es una pista sin duda interesante. Algunos lo creen y otros no”, reconocía este martes con extremada prudencia el ministro de justicia belga, Koen Geens, ante la comisión del Parlamento. En el pasado se ha especulado con que los crímenes tenían una motivación política y que estaban orquestados por la extrema derecha con el objetivo de desestabilizar al Estado y obligar a reforzar los medios de la policía y la gendarmería.

Geens ha apuntado este martes también a esta vía. “Hay muchos elementos no aclarados pero la esperanza sigue presente. Por eso la mínima información debe ser explotada, para la credibilidad de la justicia pero también porque las matanzas del Brabante valón iban dirigidas probablemente contra el Estado”. El fiscal general advierte, sin embargo, que no hay pruebas en este sentido.

Mientras tanto, los familiares de las víctimas no desesperan y esperan que los autores paguen por sus crímenes aunque son conscientes de que el tiempo corre en su contra. El expediente ha cumplido 32 años. Les quedan ocho para que las autoridades encuentren a los culpables, si es que no han muerto ya, porque a los 40 años el delito habrá prescrito. El misterio de los crímenes de Brabante mientras tanto sigue abierto.