Cuántos escaños va a ganar Rusia en las próximas elecciones al Parlamento Europeo?». La voz de alarma -que él mismo se ha respondido con un «esperemos que ninguno»- la lanzó ayer el eurodiputado socialista danés Jeppe Kofod y es una muestra más de la preocupación que existe también en la Eurocámara por la propaganda rusa y los supuestos intentos de interferir en los distintos procesos electorales en la Unión Europea (UE).

Un «arma» que el Kremlin habría utilizado en Cataluña para favorecer al independentismo catalán y la ruptura de España, según denunció el español Esteban González Pons, del Partido Popular Europeo (PPE), durante un debate en el que se reclamaron medidas para frenar a quienes ponen en duda los valores europeos y dividen Europa, para reforzar la unidad de comunicación estratégica del servicio de acción exterior encargado de actuar contra la propaganda rusa y garantizar una prensa independiente.

«En los últimos sucesos en Cataluña se han detectado actuando a favor de la ruptura de España más de 4.800 robots que difundían de forma constante información falsa o manipulada en internet», explicó el jefe de filas de los populares españoles. Algunas televisiones, recordó, incluso llegaron «a abrir informativos en España con imágenes de carros de combate, tanques dirigiéndose a Barcelona, que solo existían en la imaginación del editor».

El socialista Juan Fernando López Aguilar se sumó a las voces críticas y denunció la utilización «de miles de cuentas automatizadas radicadas en Rusia» para sembrar el caos y la confusión, «como se puso de manifiesto recientemente en Cataluña». Una amenaza que considera «real», al contrario que su colega de Izquierda Unida, Javier Couso, que ha respondido calificando de «paranoia» la supuesta injerencia rusa. Posturas antagónicas que se han repetido durante todo el debate. Entre aquellos que no tienen dudas de que la mano negra del Kremlin está detrás de las campañas de desinformación y de noticias falsas, como el grueso del PPE, y aquellos que ven a Moscú como un «chivo expiatorio», como la ultraderecha europea. «Se acusa al Kremlin de fomentar una campaña de desinformación contra Europa. Es el chivo expiatorio ideal. No soportan que haya disidentes. En lugar de cazar a Rusia empiecen a cazar la propaganda islamista», exigió Steeve Briois, del Frente Nacional francés.

La italiana Barbara Spinelli, independiente adscrita al grupo Izquierda Unitaria Europea, ha dicho tener dudas sobre la injerencia rusa y ha recordado que las llamadas fake news o noticias falsas no son un fenómeno nuevo.

«No hay pruebas de dichas interferencias. Solo desmentidos. Las noticias falsas no solo se dan en internet. En la guerra de Irak la prensa difundió informaciones falsas sobre armas de destrucción masiva», recordó.

CAMPAÑA DE DESINFORMACIÓN

Quien no tiene dudas de a quien se enfrenta es la Comisión Europea, que esta semana ha lanzado un grupo de expertos de alto nivel para diseñar la primera estrategia contra las noticias falsas. «No cabe duda de que la campaña de desinformación del Kremlin es una estrategia orquestada que pretende dar las mismas noticias desinformadoras en el máximo de lenguas posible y canales posible. Las autoridades rusas no esconden sus objetivos. Muchos generales describen el uso de datos falsos y propaganda desestabilizadora como un instrumento legítimo. La información es otro tipo de arma», explicó por su parte Julian King, comisario de Seguridad.