Theresa May está dispuesta a agotar el calendario del brexit, hasta que solo sea posible elegir entre su plan o una salida desordenada y sin acuerdo. La primera ministra rechazará la ampliación del artículo 50 del Tratado de Lisboa, aunque se lo ofrezcan en Bruselas, según anunció su portavoz, y ayer citó a los diputados para votar un plan alternativo del brexit el 29 de enero, a dos meses exactos de la salida de la Unión Europea. El próximo lunes, debería ofrecer más detalles de este renovado acuerdo. Los diputados podrán presentar enmiendas, con su propia visión del brexit.

May busca un consenso que se antoja imposible y la nueva propuesta, quizá no tenga finalmente mucho de nuevo. Tras la inmensa derrota sufrida el martes, ella y sus ministros se dedicaron ayer a entrevistarse con líderes y diputados de todos los grupos y partidos. Un ir y venir a la búsqueda de un compromiso, que permita alcanzar la mayoría suficiente en la Cámara de los Comunes para aprobar un plan de salida.

Pero May no parece dispuesta a hacer cambios de relieve y se atiene a «sus principios» sobre el brexit, como subrayaron sus portavoces. Líneas rojas insalvables, como la salida del mercado único, la unión aduanera o un segundo referéndum. Eso sin contar con Irlanda del Norte. Tras el encuentro en Downing Street, Arlene Foster, líder del Partido Unionista Democrático, insistió en que la primera ministra tiene que hacer entender a Bruselas «que debe cambiar la salvaguarda» contenida en el acuerdo.

UNA FARSA / El jefe de la oposición, Jeremy Corbyn, se negó a participar en las conversaciones que calificó de «farsa». No dialogará hasta que May suprima la posibilidad de la salida sin acuerdo y así se lo comunicó en una carta. May le contestó que eso era «imposible», porque el Gobierno no tenía poderes para ello. El propio ministro de Finanzas, Phillip Hammond, un eurófilo, le había asegurado lo contrario en una conversación telefónica a los empresarios. Las divisiones dentro del Gobierno son palpables. Corbyn, cuya negativa fue criticada entre otros por el exprimer ministro Blair pidió por correo electrónico a los diputados laboristas que no hablarán con el Gobierno, pero algunos diputados de peso, como Hilary Benn, o Yvette Cooper ignoraron la orden y participaron en las discusiones.

SEGUNDA CONSULTA / En un encuentro con militantes en una antigua iglesia de la localidad costera de Hastings, Corbyn confirmó que presentará una enmienda de brexit suave, que incluye continuar en la unión aduanera. A pesar de haber perdido la moción contra el Gobierno y con ello la posibilidad de una elección general, se mostró muy reticente a la idea de un segundo referéndum. Si, agotadas otras posibilidades, «el Gobierno continúa con su intransigencia» y «el país se enfrenta a un potencial desastre, nuestro deber será ver otras opciones, incluida la opción de un voto público», admitió a duras penas.

Los nacionalistas escoceses y galeses, los liberales demócratas, los verdes, así como parlamentarios laboristas y algún conservador defienden un segundo referéndum. En total 131 diputados, un 20% del total, han declarado públicamente su apoyo a la consulta. También lo hicieron en una carta en el diario The Times más de 130 empresarios, entre ellos el arquitecto Norman Foster y el expresidente de los grandes almacenes Marks & Spencers Paul Myners, que ven en la vuelta a las urnas la «única forma viable» de evitar una ruptura desordenada.

Un nuevo sondeo realizado el martes por YouGov muestra que, de haber un referéndum hoy, el 56% de los votantes se inclinarían por permanecer en la Unión Europea, frente al 44% que lo harían por la salida. Esos 12 puntos de diferencia, cuatro más que a finales de año, denotan la pérdida de confianza de los británicos en el proceso del brexit.

Es el mayor margen desde la consulta en el 2016. El mismo porcentaje de votantes se muestra a favor de un segundo referéndum, tres puntos más que en Navidad. Las reacciones internacionales no se hicieron esperar. El primer ministro holandés, Mark Rutte, subrayó ayer, en una conversación telefónica con su homóloga británica, Theresa May, que un brexit duro «no está en el interés de nadie» y mostró su apoyo «pleno» a las conversaciones con diputados de distintos partidos a fin de desbloquear la crisis.

En referencia al rechazo del Parlamento británico al acuerdo negociado con Bruselas, Rutte agregó que entiende que «son días cruciales en Londres» y recordó a su homóloga que «todos queremos un brexit organizado», según un mensaje en la cuenta de la red social Twitter del dirigente holandés.

La primera ministra británica, la conservadora Theresa May, no asistirá al Foro Económico Mundial de Davos, en Suiza, la próxima semana para centrarse en el la gestión del brexit y en sus problemas políticos.