La oposición rusa se acaba de apuntar una pequeña victoria en su pulso con el Gobierno. Egor Zhúkov, un popular bloguero de 21 años, estudiante de la prestigiosa Escuela Superior de Economía de Moscú, ha podido volver a pisar la calle este viernes tras haber sido condenado de forma inesperada a una pena suspendida de tres años de cárcel por incitar al extremismo. En el exterior de la sede del Tribunal del Distrito de Kúntsevo en Moscú, centenares de seguidores se concentraron en apoyo del acusado, que se hallaba en prisión domiciliaria desde su detención.

"Es todo política; han convertido los tribunales en una institución de represión; debemos luchar contra esto, luchar mediante medios políticos", ha declarado el encausado a la salida de la vista judicial, mientras los allí congregados no cesaban de repetir su nombre: ¡Egor,Egor...! "El hecho de que estoy aquí es gracias a vosotros; es vuestra victoria", ha continuado. Pese a la condena, razones había para la euforia; la jueza Svetlana Ujnalieva finalmente desestimó la petición de la fiscalía, que demandaba cuatro años de prisión en firme en una colonia de trabajo para un joven estudiante cuyo canal de YouTube cuenta con decenas de miles de seguidores. Eso sí, durante dos años deberá abstenerse de utilizar internet, de acuerdo con la sentencia.

La prensa independiente, en particular la publicacion 'online' Meduza y el rotativo 'Kommersant' dedicaron una amplia cobertura al evento, habida cuenta del carisma del acusado, al que muchos observadores ven jugando un papel político en la Rusia del futuro. Sin embargo, otros detenidos también durante las manifestaciones opositoras de agosto a favor de unas elecciones libres corrieron una suerte muy distinta: Egor Lesnij fue sentenciado a tres años de cárcel en una colonia de trabajo, y Maksim Martintsov, a dos años y medio.

CRÍTICAS DE LAS OENEGÉS

Las oenegés de derechos humanos han criticado duramente tanto la respuesta policial a las manifestaciones, todas pacíficas aunque muchas de ellas no lograron obtener el visto bueno previo de las autoridades municipales, como los procesos judiciales a los que fueron sometidos con posterioridad los detenidos, acusados de delitos que podían acarrearles penas de hasta ocho años de cárcel.

Algunos casos de flagrante injusticia han sacudido especialmente a la opinión pública rusa durante el otoño, en una atmósfera de creciente descontento ante el deterioro de las condiciones de vida en el país. Pável Ustínov, un actor de 24 años que fue detenido de forma aleatoria en las proximidades de una manifestación y que ni siquiera presentó resistencia en el momento del arresto, fue condenado a tres años y medio de cárcel en una colonia, aunque la presión popular obligó a revisar su caso. Finalmente, después de que intercedieran por él personajes populares, políticos opositores y hasta cargos eclesiásticos, fue sentenciado a un año de prisión suspendida.