El gobierno de Estados Unidos va a seguir parcialmente cerrado. Este sábado, día 29 desde que arrancó una situación que tiene sin sueldo a 800.000 trabajadores públicos, el presidente, Donald Trump, compareció ayer en la Casa Blanca para hacer una propuesta para reabrirlo. No obstante, incluso antes de que hablara, y con el contenido de su iniciativa filtrado en la prensa, el plan ya había sido frontalmente rechazado por la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi.

Trump puso sobre la mesa un plan en el que sigue reclamando los 5.700 millones de dólares que los demócratas se niegan a concederle para el muro en la frontera de México, que esta vez el republicano denomina «despliegue estratégico de barreras físicas» y aseguró que «no será una estructura de cemento de 3.200 kilómetros de costa a costa». La novedad que aportó, enmarcándolo como una señal de «confianza y buena voluntad» para iniciar la negociación bipartidista de una reforma del sistema de inmigración, es la idea de prolongar tres años las protecciones contra la deportación de cerca de un millón de inmigrantes.

MENORES SIN PAPELES / Se trata en concreto de 700.000 de los llamados «soñadores» (que llegaron a EEUU como menores sin papeles y a los que Barack Obama dio cobertura legal) y otros 300.000 de El Salvador, Nicaragua, Haití y Sudán a los que su Administración intenta retirar el Estatus Temporal Protegido (TPS por sus siglas en inglés).

En un comunicado, Pelosi aseguró que la propuesta es una «compilación de iniciativas previamente rechazadas» que son «inaceptables» y que no tienen perspectiva alguna de ser aprobadas en la Cámara que controla su partido. En particular rechazó que la propuesta para los soñadores y los inmigrantes con TPS no incluya una solución «permanente».

Aunque el plan ha muerto antes de nacer permite a Trump ofrecer la imagen de que busca una solución bipartidista al cierre del gobierno y trasladar a los demócratas buena parte de la presión por una situación que se agrava día a día. Al presentarlo, no obstante, Trump generó también inmediatamente las críticas de voces de la extrema derecha, las mismas a cuya presión cedió en diciembre, cuando tras haberse mostrado dispuesto a un acuerdo presupuestario que habría evitado dio un giro de 180 grados y se obcecó en la exigencia de los 5.700 millones. Ann Coulter, por ejemplo, le ha acusado en Twitter de ofrecer una «amnistía».

AGRADECIMIENTO A MUELLER / Mientras prosigue la incertidumbre sobre el cierre del gobierno, Trump al menos ha tenido en la últimas horas un motivo de satisfacción. El viernes, en un gesto extremadamente inédito, la oficina del fiscal especial Robert Mueller, que investiga si hubo colusión de su campaña con Rusia y si el presidente obstruyó la justicia, emitió un comunicado calificando de «impreciso» el contenido de una explosiva información publicada el jueves por Buzzfeed según la cual Trump instó personalmente a su abogado, Michael Cohen, a mentir al Congreso. En unas declaraciones a la prensa Trump ayer sábado expresó su agradecimiento a Mueller y aprovechó para denunciar, una vez más, que «la prensa mainstream ha perdido toda su credibilidad».

Lo cierto es que los problemas para Donald Trump lejos de solucionarse se le están enquistando en una administración que, dada la reacción de ayer de la oposición, seguirá en dificultades.