En la batalla del brexit, Boris Johnson se ha convertido en el prisionero del número 10, la forma popular como se conoce a la residencia del primer ministro. Johnson grita y patalea, llama cobarde a Jeremy Corbyn pidiendo unas elecciones el 15 de octubre. Los comicios son la única salida para escapar al desbarajuste que ha montado en pocos días. Pero la batuta la tiene el líder de los laboristas.

El exprimer ministro, Tony Blair, ha descrito la situación con una imagen dolorosa y carnal. «Corbyn tiene ahora el control. Tiene las partes más sentibles de la anatomía política de Johnson en sus manos». Y el laborista no parece dispuesto a aflojar la presión.

La alianza de rebeldes, que componen laboristas junto al resto de la oposición, detenta la mayoría en la Cámara de los Comunes y ayer, en una reunión para discutir su estrategia, acordaron no autorizar esos comicios hasta asegurarse una ampliación del artículo 50. El lunes, unos votarán en contra y otros se abstendrán, cuando el Gobierno presente de nuevo en el Parlamento una moción para ir a elecciones anticipadas dentro de poco más de un mes.

Esa nueva derrota forzaría a Johnson a romper su principal y única gran promesa de sacar al Reino Unido de la Unión Europea el 31 de octubre, o le llevaría, para no hacerlo, a saltarse la ley para evitar un brexit sin acuerdo, que fue aprobada en la Cámara de los Lores. «Nosotros vamos a elegir la fecha de esas elecciones», declaró Ian Blackford, líder del Partido Nacional Escocés (SNP) en Westminster. «En el SNP no nos interesa tener esa elección mañana. Tendremos la elección cuando sea el momento adecuado». Así las cosas, es muy difícil que los británicos vayan a las urnas antes de noviembre.

Posible dimisión / A pesar de no tener fecha, Johnson ya se ha lanzado a una precampaña electoral, que ayer le llevó a pescaderías y ganaderías de la región de Aberdeen en Escocia.

El primer ministro insiste en que logrará un pacto y cumplirá con el calendario que se ha impuesto. «Voy a ir a Bruselas, voy a lograr un acuerdo y voy a asegurarme de que salimos el 31 de octubre». Para lograr eso, cuenta, piensa «utilizar mis poderes de persuasión». Si no lo consigue, como todo indica, muy probablemente tendría que dimitir. «Esa es una hipótesis que no quiero contemplar», señaló.

Boris Johnson acusa a Corbyn de estar cometiendo «un extraordinario error político», al negarse a respaldar una elección rápidamente. «Es una paradoja sensacional. Nunca en la historia se ha visto un partido de la oposición al que se le haya dado la posibilidad de una elección y la rechace».

Los laboristas tienen sobre el papel interés en retrasar las elecciones. De acuerdo con un sondeo de ICM, el apoyo al Partido del Brexit de Nigel Farage podría ser el doble y pasar del 9% al 18% si la elección tiene lugar después del 31 de octubre. Eso acabaría con la mayoría que de momento las encuestas atribuyen a los conservadores, con un 37% de votos, frente a un 30% para los laboristas en una elección en octubre, pero los dos partidos irían a la par, en torno al 28%, si se celebra en noviembre.

El único motivo de alivio para el primer ministro llegó del Tribunal Superior de Londres. Los jueces estimaron que su decisión de cerrar el Parlamento durante casi cinco semanas a partir del martes no puede considerarse un abuso de poder. El primer ministro habría actuado legalmente al aconsejar a la reina la autorización para el cierre. La denunciante, la empresaria y activista proeuropea Gina Miller anunció que ha recurrido ante el Tribunal Supremo. La apelación será examinada el 17 de septiembre.