Open Arms molesta. El trabajo ingente que lleva a cabo la oenegé española que rescata inmigrantes en el Mediterráneo desde hace un año y medio incomoda. Fastidia a las autoridades europeas, a las italianas especialmente, a las libias. Por esta razón, ha explicado su fundador, Òscar Camps, el último incidente vivido este fin de semana en aguas internacionales costará de resolver. La entidad teme que la inmovilización de su barco en un puerto de Sicilia se alargue.

La embarcación está retenida desde el domingo en Pozzallo. Fue allí donde pudieron desembarcar a las 216 personas, la mayoría de origen eritreo, que habían rescatado de un naufragio seguro el jueves. Les salvaron de ahogarse en el mar o, tal vez peor, de quedar en manos de la jurisdicción de Libia, que actualmente retiene más de 20.000 personas, según Amnistía Internacional, acusadas únicamente de lanzarse al Mediterráneo para buscar una oportunidad en Europa.

UN TRABAJO IMPECABLE / Pero, lejos de amedrentarse, Camps ha confirmado que seguirán firmes. «Nuestro trabajo es impecable», ha defendido y, por si alguien lo dudaba, advirtió de que continuarán fletando barcos, organizando voluntarios, rescatando personas, exigiendo soluciones, sonrojando a los gobiernos. El responsable de la entidad, en una rueda de prensa organizada en el puerto de Barcelona junto a otro de sus buques, ha advertido de que la voluntad desde hace un tiempo es «bloquear» el trabajo que llevan a cabo.

La única sombra de preocupación en las palabras de Camps fue sobre los tres miembros de su organización que se enfrentan a la acusación de fomentar la inmigración ilegal y obtener beneficio por ello. Y de hacerlo de forma organizada. El fiscal de Catania les atribuye unos presuntos delitos que, de confirmarse, supondrían penas de 4 a 12 años de prisión. Open Arms está a la espera de que el juez aclare si comparte el criterio del ministerio público.

Las acusaciones son contra la coordinadora de la misión, Anabel Marcos; el capitán del barco, Marc Reig, y el coordinador de la misión. Estos tres miembros de la organización permanecerán en la ciudad italiana a la espera de la resolución del juez, mientras el resto de la tripulación, un total de 19 personas, irán regresando progresivamente a Cataluña.

La abogada que les asiste de la organización, Emmanuela Lo Faro, ha denunciado que el procedimiento no ha sido el correcto. Aunque ella misma se puso en contacto con las autoridades judiciales para conocer cómo se estaba tomando declaración a los tres responsables de la misión, estos le respondieron que no era necesaria su presencia. Ahora, una vez ha trascendido el supuesto delito que se les atribuye, se ha visto la gravedad.

OTRO BUQUE BLOQUEADO / Por eso ha pedido que se invaliden las explicaciones que dieron los tres el domingo. «Entregaremos toda la información que sea necesaria, las grabaciones de lo ocurrido, lo que haga falta», subrayó Òscar Camps para demostrar la voluntad de colaboración de la oenegé con la justicia italiana. Pero ha expresado sus dudas de que ese gesto sirva para que levanten el bloqueo, ya que en agosto del año pasado ocurrió un hecho similar con el barco Iuventa de la organización alemana Jugend Rettent y este sigue inmovilizado.

«A la fiscalía le costará mucho demostrar lo que dice y esto va mucho más allá», interpretó, para a continuación avisar de que irán «tan lejos como sea necesario», prosiguió. Para ello cuentan con el apoyo de centenares de personas, sean socios o voluntarios, a pesar de que ha encajado que en los últimos tiempos han descendido las donaciones y la situación económica no es la mejor.

APOYO SOCIAL / A esos apoyos anónimos, no obstante, se sumaron ayer nombres y apellidos de calado de la sociedad española. Algunos en representación de la Administración donde están, como el de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, el periodista de la Sexta Jordi Évole, el jugador de baloncesto Jordi Villacampa y el cantante Joan Manuel Serrat, que mostró su solidaridad con una entidad que molesta.