La campaña de acoso a las organizaciones no gubernamentales que rescatan inmigrantes en el Mediterráneo ha ido en aumento. Es la sensación que tiene Òscar Camps, fundador de Proactiva Open Arms, que ha acudido de nuevo a la sede de la Eurocámara a denunciar los crecientes problemas a los que se enfrentan por salvar vidas en el Mediterráneo, incluida la incautación del barco con el que operan y las acusaciones contra varios miembros de la organización por el último rescate de 216 inmigrantes frente a las costas de Libia.

Un caso que confían en ganar -"no desobedecimos ninguna convención", alegan- aunque les supondrá un coste elevado. “Esta situación nos perjudica, no nos ayuda nada. A medio o largo plazo recuperaremos el barco de Italia, pero el gasto diario del barco retenido nos supone 2.000 o 3.000 euros, más los sueldos del personal porque el barco no se puede dejar solo”, ha explicado Camps sobre la inmovilización decretada por la justicia italiana.

Una nueva embarcación

Aún así, la oenegé de Badalona estudia ya la posibilidad de hacerse con una nueva embarcación, con el objetivo de retomar cuanto antes las labores de rescate, y tiene tres opciones sobre la mesa. “Todo dependerá del apoyo que recibamos”, ha explicado Camps, que ha comparecido arropado por el eurodiputado del grupo de los Verdes Ernest Urtasun. Este ha incidido en la necesidad de establecer directrices a nivel europeo para evitar que las embarcaciones humanitarias sean acusadas de tráfico de inmigrantes como ha ocurrido con la oenegé catalana.

Según Camps, la campaña de criminalización a la que se enfrentan no es nueva. “Pensamos que todo esto viene de una campaña que se inicio en 2016 para intentar desacreditar a las oenegés que están en el mar”, ha explicado tras escuchar al director de Frontex, Fabrice Leggeri, en la comisión de libertades civiles del Parlamento Europeo.

Una sola oenegé presente en el Mediterráneo

Las cifras que aporta son rotundas. En el 2016 había una decena de oenegés operando en el Mediterráneo con una flota de 11 embarcaciones. Un año después, el número de organizaciones se redujo a seis con nueve barcos, y “en el 2018, después de las persecuciones del fiscal de Palermo y Catania y las declaraciones del señor Leggeri al 'Financial Times' desacreditando a las organizaciones y acusándolas de tráfico hay una sola ONG en el agua con 1 solo barco”, ha lamentado, reivindicando que se deje de criminalizar a las organizaciones que salvan “náufragos” y “personas que necesitan auxilio” en el mar.

A juicio del director de operaciones y uno de los encausados en Italia, Gerard Canals, el código de conducta que están obligadas a firmar con Italia las organizaciones que quieren trabajar en el Mediterráneo -con el que han cerrado filas tanto Frontex como la Comisión Europea- ha influido en el número de barcos que actúan ya que no solo organizaciones como Save the Children han desistido de firmarlo sino que ha dificultado la actuación de embarcaciones más pequeñas.

Sin zona de búsqueda y rescate en Libia

En este sentido, Camps ha denunciado no solo que hay menos oenegés trabajando en el Mediterráneo sino que los rescates cada vez se producen más lejos de la costa de Libia -el último, protagonizado por Open Arms, a 73 millas-, que los guardacostas libios cada vez intervienen más lejos de su territorio aunque no existe una zona de búsqueda y rescate (SAR en sus siglas en inglés) en Libia ni un centro de coordinación en Trípoli ni puertos seguros en los que desembarcar a los inmigrantes rescatados. "Si no hay una zona de búsqueda y rescate reconocida, ¿que hacían los guardacostas operando a 73 millas de su costa?", se preguntan.

El propio Fabrice Leggeri ha admitido ante la comisión de libertades de la Eurocámara que no existe tal zona aunque las autoridades europeas han prometido 46 millones de euros a los guardacostas libios entre otras cosas para establecer un centro de coordinación en Trípoli. "Si el señor Leggeri reconoce que no hay zona SAR en Libia habrá que reconocer que tenemos un agujero negro de 350.000 kilómetros cuadrados que Frontex no tiene capacidad de atender y los libios tampoco. Si echamos a la flota humanitaria de esa zona ¿qué nos queda? ¿Los 90.000 barcos mercantes? O simplemente echamos a los testigos de estos rescates que aportan un testimonio personal de lo que realmente está sucediendo en Libia y esto incomoda porque la intención de Italia y la UE es empoderar a Libia”.