Lo que venían advirtiendo desde el fin de semana pasado, está ocurriendo ya. La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) confirma que hay inmigrantes muriendo de frío en Europa y hace un llamamiento a los gobiernos a «hacer más» para ayudarles, en lugar de ejercer la represión violenta en las fronteras. La portavoz del Acnur Cecile Poully ha detallado que, hasta el momento, tienen contabilizados cinco fallecimientos a causa de las bajas temperatura.

«Estamos hablando de salvar vidas, no de trámites burocráticos y de acuerdos», avala, contundente, la portavoz de Unicef, Sarah Crowe, que asegura que la situación más terrible se está produciendo en Grecia. Ambas organizaciones de Naciones Unidas solicitan al Gobierno griego que traslade a la zona continental a más de 1.000 personas que se encuentran en las islas griegas en tiendas que no están acondicionadas para aguantar las temperaturas negativas que se están alcanzando.

El testimonio de la pediatra norteamericana Diane Sampson, desde el campamento de Moria en la isla griega de Lesbos, no puede ser más alarmante: «Este lugar carece de la básica dignidad humana». La doctora reporta cómo debe atender a refugiados desesperados con síntomas de congelación que viven en endebles tiendas completamente empapados por la nieve y sin posibilidad, tan solo, de secar sus ropas. Con experiencia en cooperación en campos de refugiados de Haití y Pakistán, Sampson asegura que la gestión de los campos griegos no es eficiente. «La situación era previsible», añade. En previsión de evitar graves consecuencias por la ola de frío, Acnur, en colaboración con las autoridades nacionales, empezó a trasladar esta semana a los solicitantes de asilo más vulnerables en las islas.