La carcasa de la torre Grenfell, el bloque de viviendas destruido por las llamas en la madrugada del miércoles en el oeste de Londres, es ahora la tumba de decenas de personas. Los equipos de rescate confirmaron lo que más temían quienes buscan desesperadamente a los suyos. “No contamos con encontrar más personas con vida”. Pasaran semanas antes de que se pueda hacer un balance completo de víctimas y concluir la búsqueda en la torre, advirtió la jefa de los bomberos de Londres, Danny Coton. La policía teme incluso no poder identificar a todos los que perecieron en el inmueble.

La falta de información y la falta de esperanza están provocando unagran frustración entre las familias de los desaparecidos. A eso se une la ira cada vez mayor en la comunidad, por no haberse escuchado las quejas de los residentes en la torre, que una y otra vez advirtieron de los fallos evidentes en el sistema antiincendios. “Estamos enfadados y la gente aquí está enfadada. Esto se pudo haber evitado”, decía Natasha Greene, una joven que se pasea con la foto de Jessica, una niña de 12 años desaparecida en la torre incendiada. “No hacía falta que se perdieran vidas y se han perdido. La gente anda buscando a sus niños. Es injusto, muy injusto. No debería haber pasado en el 2017. Esto es Notting Hill. Es horrible”, declaraba con lágrimas de rabia.

INVESTIGACIÓN

A última hora del jueves la cifra oficial de fallecidos había aumentado a 17. Un total de 37 personas continuaban hospitalizadas, 17 de ellas en estado crítico. La primera ministra, Theresa May, no dio la cara. Se acercó al lugar del siniestro, habló brevemente con los mandos de los equipos de rescate y se marchó sin acercarse a los vecinos, o a las víctimas. Poco después, el líder laborista, Jeremy Corbyn, pasó un largo rato repartiendo abrazos y escuchando tremendos dramas de una comunidad conmocionada. La primera ministra ha anunciado la apertura de una investigación independiente sobre las causas del incendio. Corbyn ha prometido que “se sabrá la verdad”.