Buena parte de los venezolanos fueron espectadores pasivos de una campaña electoral con vistas a las elecciones regionales del domingo que cerró en la noche del jueves sin despertar apasionamientos más allá del círculo más cercano al chavismo. La posibilidad de una masiva abstención, fruto del desencanto, juega sin embargo a favor del Gobierno del presidente Nicolás Maduro.

Más de 18 millones de votantes están en condiciones de decidir quiénes administraran los 23 estados de Venezuela en medio de un agravamiento de la situación económica y social, y cuando las negociaciones entre el chavismo y la oposición para buscar una salida de la crisis amenaza con fracasar por segunda vez. Si bien Maduro aseguró que tras los comicios se anunciarán novedades auspiciosas sobre las discusiones con representantes de la Mesa de Unidad Democrática (MUD), la oposición lo desmintió. “Nuevamente lo desmentimos. La negociación política no ha avanzado, cada día retrocede”, alertó sin embargo la coalición opositora. Una de las razones de este nuevo empantanamiento tiene que ver precisamente con lo que la MUD considera como una falta de garantías electorales de cara al domingo.

La alianza antichavista se encuentra en su peor momento luego de encabezar las protestas contra Maduro que entre abril y julio dejaron más de 120 muertos. La instalación de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) que busca rediseñar el marco jurídico del país le puso freno a sus iniciativas. Los dirigentes de la MUD se encuentran desconcertados y esa falta de una hoja de ruta clara impacta en su base electoral. El miedo a que muchos antichavistas no acudan a las urnas preocupa a la oposición. Henry Llamos Allup, el dirigente de Acción Democrática y uno de los principales referentes de la MUD aseguró que el Gobierno es el que promueve la abstención porque cree que la beneficia.

La confianza del chavismo

El chavismo cerró su campaña convencido que lo espera una victoria. Por primera vez no abusó de la figura del extinto Hugo Chávez. Incluso evitó saturar su publicidad con el color rojo. El vicepresidente Tarek El Aissami dijo que, con su participación en las elecciones, “la derecha” le confirma al mundo que “en Venezuela no hay una dictadura”.

Según el chavista Diosdado Cabello, es posible que "ganemos todas las gobernaciones". Las fuerzas opositoras no tienen esa misma percepción. Estiman que si los venezolanos que la respaldaron en las legislativas de fines de 2005 vuelven a votar, el chavismo será derrotado una vez más. “No es fácil pensar en votar, ir a votar de nuevo, después de todo lo que ha pasado, con este mismo CNE, con este mismo Gobierno fraudulento. No es nada fácil. Pero esto no es un Gobierno democrático. Y las luchas contra los Gobiernos no democráticos nunca han sido fáciles. Exigen superar la radicalidad instantánea, manejarse con mayor inteligencia ante el poder del adversario”, reconoció el escritor Alberto Barrera Tyszka.

Maduro tuvo activa participación durante la campaña electoral. “Todo el que vaya a votar va a respaldar la democracia bolivariana, la democracia verdadera”, aseguró Maduro. Y advirtió a su vez que el gobernador opositor que no preste su juramento ante la ANC “no toma su cargo, y punto. Y que vaya a llorar a Washington”. Gerardo Blyde, jefe de campaña de la MUD adelantó que ninguno de sus candidatos “va a ir a juramentarse ante ese fraude constitucional llamado Asamblea Nacional Constituyente”.

Críticas al Consejo Electoral

La presidenta del CNE, Tibisay Lucena, garantizó que los comicios del domingo se desarrollarán sin contratiempos. Sin embargo, Liliana Hernández, representante de la oposición ante el organismo, denunció la reubicación a distancias de 15 kilómetros de 205 centros electorales en diversos estados de Venezuela, a cuatro días de la contienda. Esa medida generará “molestias e incomodidad” para la movilización de los electores.

Hasta Luis Emilio Rondón, uno de los rectores del CNE cuestionó esa medida. También criticó “la transmisión de excesiva de pautas de campaña electoral con cobertura hacia una sola de las parcialidades políticas”, en este caso de los candidatos del Gobierno. La administración Trump se hizo eco del malestar de la MUD y dijo que las decisiones adoptadas por el CNE “ponen en cuestión la legitimidad del proceso electoral”.