Corea del Norte ve la flota de ataque estadounidense y sube a ensayo nuclear. El conflicto en la península se asemeja a una partida de póker donde las partes asumen el farol ajeno. Es probable que mañana coincida el portaaviones USS Calvin secundado por cruceros y buques cargados de misiles frente a las costas norcoreanas con una detonación nuclear.

Fotografías de satélite apuntalan ese escenario. Las instalaciones de Punggye-ri están «listas y preparadas», señala el grupo de monitorización 38 North. En esas zonas montañosas del noreste, viejas conocidas de la carrera nuclear norcoreana, se han descubierto actividades que en el pasado precedieron a detonaciones. Hay movimiento alrededor de la Puerta Norte y varias personas tanto en la zona administrativa como alrededor del Comando Central. El febril drenaje durante las semanas anteriores se ha desacelerado, lo que indicaría que los túneles ya se habrían vaciado para alojar la explosión. También las atenuadas excavaciones en las montañas de residuos sugieren que las preparaciones ya están finiquitadas.

Los expertos han especulado durante semanas con el sexto ensayo nuclear norcoreano y tercero de este año. Es probable que coincida este sábado con los fastos del 105 aniversario de Kim Il-sung, abuelo del dictador actual y fundador del país. Seúl también ha alertado de que Pyongyang prepara alguna tropelía.

No se ha mencionado la carrera nuclear ni la flotilla estadounidense que se acerca a las costas en la triunfante inauguración de una refulgente avenida esta mañana en Pyongyang. El régimen ha invitado a decenas de periodistas extranjeros en estas fechas convulsas para que den fe de sus variados festejos.

El portaaviones con dos reactores nucleares y el resto de la comitiva han llegado ya a la isla de Okinawa y espera que se unan las naves japonesas en su camino a la península. Shinzo Abe, primer ministro nipón, ha agitado la jornada con la advertencia sobre presuntos misiles norcoreanos con agente sarín en sus ojivas. La advertencia no es casual porque Donald Trump ha fijado recientemente su línea roja en las armas químicas. El mensaje de los misiles estadounidenses a Siria es que los tiranos pueden matar de cualquier vía menos con esa. Abe, quien camina hacia la militarización nacional contra las resistencias sociales, ha vinculado Siria con Corea del Norte y aplaudido el arrojo de Trump «cuando la amenaza de armas de destrucción masiva también crecen en Asia Oriental».

Ese arrojo solivianta a China, atrapada entre las bravatas de dos líderes volcánicos. No es probable que su llamada de ayer a Trump pidiéndole mesura rebaje el suflé. La diplomacia china también ha fracasado durante años con Pyongyang.

Un artículo del prestigioso medio hongkonés South China Morning Post sugiere que Pekín podría abandonar a su suerte a Corea del Norte si llega la guerra. Varios expertos aclaran que China estaría liberada del acuerdo de 1961 por el que se comprometió con Pyongyang a la defensa mutua en caso de ataque del exterior. Ocurre que el tratado también obliga a las partes a salvaguardar la paz y la estabilidad. Esa cláusula, que revela la desconfianza de Mao hacia el creador de la estirpe, ha sido dinamitada a base de misiles y ensayos nucleares. El diario está en manos de Jack Ma, fundador de Alibaba y miembro del Parlamento chino.