Casi el 90% de los alemanes desean una aceleración de las expulsiones de extranjeros en situación irregular, según un sondeo publicado ayer en Berlín, mientras la cancillera Angela Merkel intenta zanjar una de sus peores crisis gubernamentales a causa de la política migratoria, contestada por sus socios democristianos bávaros.

La encuesta, encargada por la televisión pública Deutschlandtrend a principios de esta semana, al empezar el conflicto que amenaza la estabilidad de la cancillera, señala que el 86% de los alemanes están a favor de las expulsiones de los migrantes a los que se les ha denegado el derecho de asilo y que el 62% consideran que deben ser rechazados los extranjeros que lleguen sin papeles a las fronteras del país. Este rechazo es una de las medidas que propone el bávaro Horst Seehofer, ministro del Interior y líder de la Unión Socialcristiana (CSU), el partido hermano de la Unió Cristianodemócrata (CDU) que preside Merkel, quien ha expresado su desacuerdo con esta postura tan restrictiva.

Mientras, el Bundestag aprobó ayer el proyecto de ley que regula la reagrupación familiar en el caso de las personas con protección subsidiaria y que, según el Ministerio del Interior, supone una "contribución a la gestión ordenada de la inmigración". El tercer socio de la coalición gubernamental, el Partido Socialdemócrata, deploró el espectáculo de los democristianos. El vicecanciller Olaf Scholz, les llamó a zanjar el conflicto. "La tarea de gobernar no es un nuevo capítulo de 'Juego de tronos' sino una misión bien real", avisó.