Amén de dejar a media Colombia con la boca abierta, atónita ante lo que parecía impensable, y de desatar una crisis política de incierto alcance, el resultado del plebiscito sobre el acuerdo de paz con las FARC ha paralizado el desarrollo práctico del tratado, o al menos de sus primeras medidas, que ya habían empezado a implementarse. No es un dato menor: la victoria sorpresiva y por la mínima del ‘no’ tiene efectos prácticos tan delicados como haber dejado a miles de guerrilleros literalmente paralizados en zonas rurales de todo el país. Están allí, a la espera de instrucciones.

El acuerdo llama día D al de la firma del tratado, y a partir de esa jornada de referencia establece el calendario de construcción de la paz. El día D+1, por ejemplo, las fuerzas militares y la guerrilla debían intercambiar información “sobre ubicación de las unidades de la Fuerza Pública y de las FARC-EP”, de modo que las columnas rebeldes pudieran desplazarse con seguridad hacia las zonas donde tendría lugar la transición a la vida civil. Tal era la confianza en que el ‘sí’ triunfaría en la consulta que estaba previsto que el sábado se iniciara el desplazamiento de los guerrilleros hacia esas zonas. Y se inició. Pero el ‘no’ se interpuso. Detuvo la marcha.

ORDEN DE DISPERSIÓN

“Estaban caminando hacia esos sitios específicos establecidos en el acuerdo, pero eso quedó congelado”, dice Marisol Gómez, editora de Paz del periódico 'El Tiempo' y autora del libro ‘La historia secreta del proceso de paz’. “La situación es muy delicada. Timochenko está ahora mismo conteniendo a la tropa, pero no se sabe cuánto puede resistir esa situación de contención, ese ‘quédense ahí quietos’, eso es muy difícil”. El abogado español Enrique Santiago, asesor de las FARC en los diálogos de La Habana, envió la pelota al tejado del Gobierno al ser interrogado este martes al respecto: “El Estado no puede mantener indefinidamente esta situación -dijo-. Es un problema político y debe ser solucionado de la forma más rápida posible”.

Al presidente Juan Manuel Santos lo respalda una vieja ley de orden público para mantener el cese de hostilidades y la suspensión temporal de las órdenes de captura sobre los guerrilleros, pero por lo demás tiene las manos atadas. “El acuerdo establecía un calendario, había D+1, D+5, D+30… Pero de momento no se puede hacer nada”, explica el politólogo Ariel Ávila, subdirector de la Fundación Paz y Reconciliación. “Hoy martes por ejemplo estaba previsto que entregaran el material explosivo en su poder. ¿Se hizo? No, por supuesto. Más aún: había una preconcentración de guerrilleros listos para la desmovilización, pero ahora se sabe que Timochenko ha dado la orden de dispersión. ¿Cuánto se puede mantener esta situación? Es muy difícil saberlo”.

CUESTIÓN POLÍTICA

Tan inquietante como eso es que todas las leyes para desarrollar el acuerdo que estaba previsto que el Gobierno presentara ante el Congreso esta semana están paralizadas. “La primera era la ley de amnistía para los culpables de delitos no atroces, que no se ha presentado aún -dice Gómez-, ni se presentará mientras no se encuentre una salida a esta situación”. La política. Como siempre, todo está en manos de la política.