Mañana arranca la liga de fútbol americano en Estados Unidos y lo va a hacer llena de polémica. Colin Kaepernick, el jugador negro que en el 2016 empezó a quedarse sentado o clavando la rodilla en el suelo mientras sonaba el himno antes de los partidos para denunciar la brutalidad policial y otras injusticias sociales, colgó en su cuenta de Twitter un anuncio que ha realizado para Nike, una empresa con la que tenía un contrato desde 2011. Es una foto en blanco y negro, un primer plano de su rostro sobre el que aparece la frase: «Cree en algo. Incluso si significa sacrificarlo todo». Y recuerda su compromiso con el activismo y el precio que ha pagado por él. Porque Kaepernick lleva más de un año sin ser contratado por ningún equipo. El mismo Trump insultó a Colin (le llamó indirectamente «hijo de puta») y ha retratado las protestas como una falta de respeto a la bandera, al himno y a las fuerzas armadas.

El nuevo anuncio volvió a incendiar un complejo debate. Las acciones de Nike abrían perdiendo casi el 3% y en las redes sociales se convertía en trending topic una campaña llamando al boicot de sus productos. Se volvían virales vídeos de gente quemando zapatillas o cortando el logo de la compañía, aunque también había quien aplaudía a Nike y a Colin Kaepernick.