Más de 350.000 personas han muerto durante los siete años de guerra en Siria, según un nuevo balance hecho público por el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH, en sus siglas en inglés). "353.935 personas han muerto desde el 15 de marzo del 2011", día que se registraron las primera protestas pacíficas en el país árabe en contra del régimen de Bashar al Asad. Entre las víctimas hay 106.390 civiles, de los cuales 19.811 son niños.

La muerte de menores es una constante en el conflicto y no ha dejado de crecer, ha denunciado UNICEF. En su último informe, la agencia para la infancia de la ONU afirma que el número de niños muertos en el 2017 ha sido el doble al del año precedente. "En el 2017, la extrema violencia ha matado al mayor número de niños jamás conocido en esta guerra, un 50% más que en el 2016", dice UNICEF.

Cerca de 200 menores han perdido la vida en el enclave rebelde de Guta desde el pasado mes de febrero como consecuencia de los bombardeos incesantes que llevan a cabo las fuerzas de Damascos, apoyadas por aviones rusos, lo que representa el 20% de todas la víctimas civiles en esta ofensiva, según el OSDH.

RIESGO DE ESTIGMATIZACIÓN

El informe de UNICEF recoge el testimonio de Sami, un niño del sur de Siria que se encuentra ahora refugiado en Jordania. "Salí a jugar con la nieve con mis primos. Una bomba cayó. Vi las manos de uno de mis primos volar frente a mis ojos. Yo perdí mis dos piernas". Los niños minusválidos "hacen frente al riesgo de ser estigmatizados mientras el conflicto continúa sin descanso, señala el director regional de UNICEF, Geert Cappelaere.

Según el organismo internacional, 3,3 millones de niños están expuestos a todo tipo de ingenios explosivos por todo el país. Decenas de escuelas han sido destruidas por los bombardeos el año pasado.