Tercer día de ofensiva turca en el noreste de Siria y los muertos, de uno y otro bando, tanto combatientes como civiles, se apilan. Desde que empezó el ataque, el pasado miércoles por la tarde, 26 civiles han muerto: diez en Siria, por los bombardeos turcos, y 16 en Turquía, por el fuego de morteros y francotiradores desde el lado sirio de la frontera. Además, 22 milicianos kurdosirios han muerto en combate. También tres soldados turcos.

Turquía, en esta incursión, lucha contra las YPG, una milicia kurdosiria -hasta ahora aliada de Estados Unidos- que Ankara considera un grupo terrorista por sus vínculos con la guerrilla del PKK, en guerra contra Turquía desde los años ochenta.

Desde el pasado miércoles, los bombardeos sobre toda la región -las YPG y los turcos comparten 400 kilómetros de frontera- han sido constantes. Los turcos aseguran que solo bombardean puestos militares, pero los milicianos denuncian que los proyectiles caen sobre zonas residenciales. «El Ejército turco está llevando a cabo un intenso ataque de artillería sobre Kobane y Tel Abiad. A menos que no se les pare, una nueva ola de crisis humanitaria está en ciernes», advirtió ayers el portavoz de las YPG, Mustafá Bali.

OBJETIVOS PRIMORDIALES / La ofensiva turca no es solo por aire: soldados turcos, junto con los opositores del Ejército Libre Sirio (ELS) -que Turquía paga y usa como fuerza de choque en su avance-, están combatiendo sobre el terreno. Ahora mismo, Ankara controla trece pueblos dentro de Siria, los que rodean las ciudades de Tel Abiad y Ras Al Ain, los objetivos primordiales de esta ofensiva y pobladas mayormente no por kurdos sino por árabes. La ciudad de Ras Al Ain está completamente vacía.

«Este jueves supimos que una de las facciones pro-Turquía [las del ELS], pegó e insultó a locales del pueblo de Al Dadat, cerca de Tel Abiad, después de hacerse con el control de la localidad. Además, intentaron robar propiedades de los habitantes del pueblo y arrestaron a algunos», publicó ayer el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos, que avisa: ya son más de 100.000 personas -también lo dice la ONU- las que han tenido que escapar del conflicto.

De continuar con esta virulencia, podrían ser muchos más: en el noreste de Siria, en la zona que pretende controlar y que está bombardeando Turquía, viven 450.000 personas. «Nuestro personal ha tenido que cerrar y evacuar el hospital que gestionábamos en Tel Abiad, dijo a este periódico Crystal van Leeuwen, Coordinadora de Emergencias Médicas de Médicos Sin Fronteras (MSF), con centros hospitalarios en la región. «Han huido con los civiles. Todos van al sur y allí llegan centenares de personas a la hora, sin nada más que la ropa que llevan puesta. Una familia, en Ain Issa, al sur de Tel Abiad, ha tenido que acoger a 60 personas en su casa».

La Unión Europea ha pedido a Turquía que detenga la ofensiva, lo que ha enfurecido el presidente turco Recep Tayyip a Erdogan, y hasta el mandatario estadounidense, Donald Trump, quien ha permitido el ataque, ha reculado ahora para decir que atacar a las YPG es una «mala idea». Solo los aliados de Turquía en el mundo -Azerbaiyán, Pakistán y Catar- han apoyado la operación militar turca.

También lo ha hecho implícitamente el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg. «Turquía es un socio muy importante para la Alianza Atlántica, y nos tomamos muy en serio sus preocupaciones en materia de seguridad. La OTAN sigue apoyando a Turquía», afirmó Stoltenberg en una rueda de prensa conjunta con el ministro de Asuntos Exteriores turco, Mevlüt Çavusoglu, en Estambul. Çavusoglu, por su lado, insistió en que Turquía no ataca a los kurdos, sino a «un grupo terrorista: las YPG/PKK».

El miembro de MSF, Van Leeuwen de MSF, recordó ayer que la guerra no hace distinciones: «Ya hay una crisis humanitaria. El desplazamiento masivo, el cierre de hospitales, la gente que tiene que huir de sus casas. Pasa en regiones donde ha habido guerra hasta hace nada. Esto ya es una crisis humanitaria».