Al menos tres decenas de soldados turcos han perdido la vida en la provincia siria de Idleb en un bombardeo aéreo atribuído a la aviación rusa o a la de su aliado, el régimen de Bashar el Asad. El incidente, que constituye una grave escalada en unos combates cada vez más encarnizados por el control de la última región en manos insurgentes, se produce tan solo unas horas después de que las fuerzas rebeldes, apoyadas por Ankara, lograran retomar la estratégica localidad de Saraqeb y en medio de graves recriminaciónes de Moscú al bando turco, al que acusa de introducir de forma ilegal artillería y aviones no pilotados.

El impacto internacional de este grave ataque se podía sentir a las pocas horas de producirse. Fuentes oficiales han asegurado a la agencia Reuters que su país no haría nada para impedir un nuevo flujo de refugiados hacia Europa, despues de que los combates de las últimas semanas forzaran el desplazamiento de cerca de un millón de personas. Mientras el presidente turco Recep Tayyip Erdogan convocaba una reunión de urgencia de su Gabinete de seguridad, desde EEUU, el senador republicano, Lindsey Graham, ha realizado un llamamiento para proclamar una zona de no sobrevuelo sobre el norte de Siria, lo que entraría abiertamente en colisión con la aviación rusa, que es la que controla los cielos en esa zona del estado árabe. "Espero que el mundo, liderado por EEUU, contraataque contra Irán, Rusia y Asad, permitiendo negociaciones políticas para poner fin a la guerra siria", ha declarado.

Inacción y división

Sin embargo, hasta el momento, los aliados occidentales han respondido con la inacción y la división a las contundentes acciones del régimen sirio y su aliado del Kremlin, sobre las que pesan gravísimas acusaciones de violaciones de derechos humanos. El pasado miércoles, 14 ministros de Exteriores, incluyendo la española Arancha González Laya, publicaron una columna editorial en el diario 'Le Monde' en la que denunciaban "las violaciones masivas del derecho humanitario" cometidas por la aviación del régimen de Damasco y su aliado Rusia. Sin embargo, dirigentes como el presidente estadounidense Donald Trump se han mostrado reacios a llevar la contraria a Moscú en Siria, e incluso han adoptado decisiones que les favorecían, como la retirada de las tropas estadounidenses del norte del país. Otros, como el presidente francés Emmanuel Macron, defienden un diálogo con Moscú.

Moscú, garante de la supervivencia del régimen de Bashar el Asad gracias a su apoyo, esta decidido a que su aliado recupere el control del gobernorado de Idleb, y da señales de que no está dispuesto a negociar.