En 1996, Michael Jackson subió al morro (colina) de la favela Santa Marta de Río de Janeiro para grabar con la comunidad afrobrasileña 'They Don't Care About Us'. Jackson hablaba por ellos en esa canción: “Soy una víctima de la brutalidad policial”. La visita del rey del pop tuvo tanto impacto mundial que 12 años más tarde, y en homenaje a la supuesta pacificación de Santa Marta, se levantó una estatua del artista que dio dimensión planetaria a esa barriada marginal. Pero meses atrás, del cuello del Jackson de bronce se colgó una ametralladora. Las balas habían vuelto y anunciaban nuevas tempestades en la ciudad a la que se empecinan en llamar “maravillosa”. La decisión del presidente interino de Brasil, Michel Temer, de decretar la intervención federal y militar de Río, un recurso pensado para una hipotética guerra civil, con el alegado propósito de afrontar una nueva crisis de seguridad, le volvió a dar sentido a la canción. Tras un estrepitoso fracaso político en el Congreso con su reforma de las pensiones, Temer dio otro paso -temerario-. Se trata de la primera intervención militar de esta naturaleza desde que en 1988 se reformó la Constitución.

De las 50 ciudades más violentas del mundo, 19 son brasileñas y 43 son latinoamericanas. Río se exhibe en esa lista con su mal endémico Nada cambia. La ola de violencia dejó en el 2017 6.731 muertos, de los que solo 100 eran policías. Hubo 16 tiroteos diarios en los que perdieron la vida al menos dos personas, casi siempre 'pretos', negros. El general Walter Souza Braga Netto, máximo jefe del Comando Militar del Este, quedó ahora al frente de una misión que se considera imposible: la derrota del Comando Vermelho (CV) y las otras facciones del narcotráfico (Tercer Comando Puro y Amigos de los Amigos) que se disputan las favelas. El expresidente Luiz Inácio 'Lula' da Silva advirtió que el verdadero motivo de Temer es usar a las Fuerzas Armadas para realzar su impopular imagen cara a los comicios de octubre.

Los peores recuerdos

Lo que viene será peor. El ministro de Defensa, Raul Jungmann, preparó una batería de medidas que permite a los militares entrar en las favelas exhibiendo su poderío aunque no exista presunción de delito. Lo que Renata Souza, investigadora de la Universidad Federal de Río, llamó “la sujeción de la vida cotidiana de la favela a la lógica militar”. Maria Clara Lucchetti Bingemer fue más pesimista en las páginas de 'Jornal de Brasil': “Una intervención militar supone un fallo de la sociedad civil en la resolución de sus propios problemas”, y desencadena además recuerdos negativos: “Brasil conoció por décadas el gusto amargo de la intervención militar hecha dictadura, con un saldo irreparable de violencia, miedo, torturas y muerte”.

El dominico Frei Betto, antiguo confesor de Lula, escribió en 'O Globo' una carta abierta a Braga Netto. “General, Río necesita una intervención cívica, no militar”, dice el religioso e intelectual, y le recuerda que en 10 años de existencia de las Unidades de Policía Pacificadora (UPP) en las favelas todo ha ido de mal en peor. Proliferaron las denuncias de violaciones de los derechos humanos. “Se cometió el error de instalar puestos de policía en las comunidades y no escuelas, cursos profesionales, instalaciones deportivas, lugares para la danza, el teatro, la música y la literatura... el Ejército acumula una historia de fracasos”.

Necesidad de otras políticas

En declaraciones al semanario 'Carta Capital', Jacqueline Muniz, profesora del Departamento de Seguridad Pública de la Universidad Federal Fluminense (UFF), anticipó también el fracaso de la intervención castrense: “Las Fuerzas Armadas no disponen de las capacidades logísticas y tácticas para atender las necesidades cotidianas de la policía. Todas sus acciones son adecuadas para el conflicto a gran escala”. Para el sociólogo Sergio Adorno, coordinador del Núcleo de Estudios de la Violencia de la Universidad de Sao Paulo (USP), Río vuelve a tropezar con la misma piedra. “El presidente habló de guerra contra el crimen, pero sabemos que esa guerra ya existe desde hace mucho tiempo: la policía mata, y los criminales responden matando a más policías”. Se necesitan “otras respuestas” para afrontar el crimen organizado, que “otros países, como Portugal, están probando” y tienen que ver con la despenalización de las “drogas leves”. Se evitaría “el encarcelamiento masivo”, se golpea “la economía del tráfico” y se desacelera el conflicto.

Sin embargo ocurrirá lo contrario: una guerra declarada contra los pobres, según el portal 'Carta maior'. De acuerdo con Oxfam Brasil, solo seis personas acumulan la misma riqueza que 100 millones de brasileños. El 5% más rico del país se queda con la misma proporción de ingresos que el 95% de la población. Pero es en Río donde el contraste y el dolor suelen estremecer más. La 'ciudad maravillosa' es a la vez la del carnaval hedonista y el carnaval punitivo.

¿Quedarse o irse?

La consultora Datafolha arrojó una conclusión escalofriante antes de que los militares tomen Río de Janeiro: el 72% de los cariocas confesaron que se irían de la ciudad si pudieran. Pero ¿qué pasa con los que no tienen otra alternativa que quedarse, y en las favelas? Un trío de 'youtubers' presentaron una suerte de manual de supervivencia durante la intervención. 'Cómo sobrevivir a un abordaje indebido' fue visto en la red por miles de usuarios. “Si eres negro, presta atención a lo que vamos a decir”, dice el primer 'youtuber'. Hay que estar siempre acompañado. “No salgas sin documentos, avisa a tus amigos de adónde vas, no vayas nunca sin tu móvil con la batería cargada, puedes hacer llamadas y grabaciones”, recomienda otro. “Si lo aborda un efectivo de seguridad no haga movimientos bruscos ni se enfrente a él, no entre en su juego, y evite en lugares públicos el uso de paraguas largos. Muchas personas ven esos objetos de lejos y les parece que son armas de fuego”.