Pintadas en establecimientos judíos, esvásticas en los retratos de la exministra y superviviente de Auschwitz Simone Veil, insultos al filósofo de origen polaco Alain Finkielkraut y, hace tan solo 24 horas, la profanación de 80 tumbas de un cementerio judío de Alsacia. Los actos antisemitas en Francia aumentaron en el 2018 en un 74% y en los últimos días se han multiplicado provocando la alarma de toda la clase política que, a iniciativa del Partido Socialista francés, se ha movilizado para decir ¡basta!. Ayer miles de personas salieron a la calle en las principales ciudades del país lanzando el mensaje de que no pueden banalizarse las agresiones a los judíos.

En París, la manifestación, a la que acudieron unas 20.000 personas, se celebró en la emblemática Plaza de la República en presencia de numerosos representantes políticos y miembros del Gobierno, encabezados por el primer ministro, Edouard Philippe, que prometió legislar para «castigar duramente a quienes cuestionan lo que somos».

También asistieron los expresidentes François Hollande -quien subrayó que el antisemitismo es «una lacra que deber combatirse con energía»- y Nicolas Sarkozy, que pidió al Estado responder «con extrema firmeza» a los individuos que «provocan e insultan su autoridad». «Es hora de reaccionar juntos», dijo el primer secretario de los socialistas, Olivier Faure, promotor de la movilización. El partido ultraderechista de Marine Le Pen, que lleva en su ADN un antisemitismo del que la hija del fundador ha renegado, no fue invitado.

Le Pen, que rindió homenaje en solitario a Ilan Halimi, un joven judío torturado hasta morir en el 2006, también ha enviado una carta a Alain Finkielkraut mostrándole su simpatía y denunciando la «voluntad conquistadora del totalitarismo islamista». Para Le Pen, el antisemitismo hunde sus raíces en el islamismo radical.

El líder de la Francia Insumisa, Jean Luc Mélenchon, que contrariamente a lo que sostenían los organizadores se había quejado de no haber sido invitado, desfiló en Marsella. «Esta noche saldremos más fuertes», proclamó Mélenchon, quien pidió que no se aprovechen las concentraciones para insultar a los chalecos amarillos.

«Francia tiene un pasado difícil y no puede permitirse repetir el menor error. Es inevitable pensar en nuestra Historia. Hay que estar atentos», reflexionaba Michel, un médico de 70 años llegado de Ginebra expresamente para participar en la concentración parisina.

«Es muy perturbador y muy triste ver que esto pasa en Francia. Parece que no hemos entendido las lecciones del pasado», señalaba una joven de 21 años, Paloma, judía no practicante. Su padre, Yves, de 65 años, abundaba: «Hay un problema. El antisemitismo está anclado en todas las categorías sociales».

La ceremonia en la Plaza de la República, en la que se leyeron textos de Hannah Arendt, Primo Levy o Georges Moustaki, culminó con La Marsellesa cantado por el rapero Abd al Malik. «Esta república seguirá en pie con sus valores», resumió la alcaldesa de la capital, Anne Hidalgo.