Estaba prevista como una de las manifestaciones más importantes de los últimos años en Grecia. Todas las 600.000 personas que se preveía que asistiesen, venidas de todo el país, gritarían al unísono: contra el primer ministro, Alexis Tsipras, y contra el inminente cambio de nombre de Macedonia.

Pero, al final, los cálculos han fallado: a la protesta han asistido 60.000 personas, según la policía. Algunos periódicos griegos lo cifran en 100.000. Muy lejos de lo esperado.

Aunque la cifra no debe despistar, porque aunque esta manifestación haya ido a la baja no significa que las cientos de anteriores lo hayan hecho. Es más, acorde a varios sondeos, casi el 70% de los griegos están en contra del cambio de nombre de Macedonia. Tsipras y su partido, Syriza, que hasta la fecha han aguantado todas y cada una de las miles de envestidas que ha sufrido su Gobierno, están cada vez más aislados.

Y el responsable de todo esto es el nuevo nombre de Macedonia, que levanta espinas y malas pasiones por igual entre nacionalistas griegos y macedonios. Grecia, que tiene una región con el mismo nombre, se ha opuesto a que Macedonia se llame así: Macedonia. Los griegos temen que en un futuro, una Macedonia que se llame Macedonia intente anexionarse la región de Macedonia, capital griega Salónica. Por esto, hasta la fecha, el nombre oficial del país balcánico ha sido el de Antigua República Yugoslava de Macedonia.

En breve debería cambiar: el Parlamento de Macedonia ratificó la semana pasada el acuerdo. Ahora debe hacerlo el Parlamento griego. Se espera que la votación -cuya aritmética es complicada ya que Tsipras gobierna en minoría- sea esta semana.

PROTESTA ACCIDENTADA

Todo, este domingo, delante del Parlamento griego, parecía ir bien. La manifestación era encendida pero pacífica. Hasta que algo ha pasado: algunos periódicos griegos aseguran que los manifestantes han empezado a tirar bengalas, pintura y rocas a la policía, que, al verse atacada, ha cargado con gas pimienta. Otros, absolutamente lo contrario: que quien ha empezado la batalla han sido los agentes que acordonaban el Parlamento griego.

Al final, en cualquier caso, el balance es el mismo: varias decenas de protestantes y policías heridos y un país, Grecia, en plena ola nacionalista para evitar que el vecino del norte les robe a los griegos algo que consideran parte de su alma y mito fundacional: el supuesto legado de Alejandro Magno.

Millones de griegos estamos en contra del acuerdo. Cualesquiera que sean las provocaciones, los griegos afrontaremos de pie. Esta es una manifestación para Grecia y para la democracia, ha dicho, en la protesta, Antonis Samaras, antiguo primer ministro y miembro de Nueva Democracia (ND), el principal partido de la oposición y, si todo va según lo previsto, el que será el más votado en las siguientes elecciones, previstas para octubre de 2019.

Las encuestas le adjudican a ND el doble de puntos que a Syriza, cuya popularidad ha decaído en los últimos meses. El responsable, entre otras cuestiones, las úlceras que provoca al nacionalismo griego el pacto con Macedonia.