La Unión Europea está acostumbrada a protagonizar negociaciones de infarto con pactos in extremis. Y eso es lo que ocurrió ayer con el acuerdo de divorcio sobre el brexit, cerrado entre Londres y Bruselas. El aprobado de última hora del gabinete de Theresa May permite a la UE respirar (al menos de momento) algo más tranquila y al negociador jefe europeo, Michel Barnier, recomendar la existencia de «progresos decisivos», el paso necesario para que el presidente de la UE, Donald Tusk, convoque una cumbre extraordinaria en la que sellar el acuerdo.

«El camino es todavía largo y puede que difícil para garantizar una salida ordenada y construir un acuerdo ambicioso con el Reino Unido», pero «es un momento importante en estas negociaciones extraordinarias», valoró anoche Barnier durante una rueda de prensa que comenzaba pasadas las 21.00 horas. El anuncio se produjo tras una jornada de secretismo y hermetismo absoluto en Bruselas para evitar que cualquier desafortunada filtración incendiara a los eurófobos británicos deseosos de tumbar el complicado pacto que ha necesitado 17 meses de negociaciones.

DERECHOS GARANTIZADOS / El texto, que ocupa 585 páginas, 185 artículos, tres protocolos -uno de ellos sobre Gibraltar- y varios anexos, también fue presentado por la número dos de Barnier, Sabine Weyand, a los 27 embajadores de la UE -algunos se quejaron de no haber visto el texto- durante una reunión de tres horas que finalizaba sin conclusiones, a la espera de una «señal» de Londres que tardó en llegar. Finalmente, el Ejecutivo comunitario publicaba el texto que garantiza los derechos de los ciudadanos británicos y europeos.

El pacto incluye un mecanismo de emergencia para evitar el regreso de una frontera dura entre Irlanda e Irlanda del norte que, según ha explicado Barnier, permitirá salvar los acuerdos de paz del Viernes Santo. Ha sido el gran escollo en toda la negociación. La solución para salvarlo consiste en que habrá un territorio aduanero único entre la UE y el Reino Unido en el que las mercancías británicas tendrán libre acceso al mercado de los 27. A cambio, el territorio norirlandés deberá seguir aliado con las reglas del mercado único en materia agrícola, un elemento esencial, ha dicho el francés, para evitar el regreso de una frontera dura.

El Reino Unido se convertirá el 29 de marzo del 2019 en un país tercero, pero disfrutará de un periodo de transición de 21 meses, hasta el 31 de diciembre del 2020, para asegurar una desconexión ordenada durante la cual se negociará el acuerdo comercial que regirá la relación futura. Ese periodo transitorio podrá prolongarse durante un tiempo limitado, una sola vez, si Londres y Bruselas así lo pactan. Ambas partes aprovecharán este tiempo para encontrar una solución a largo plazo para la frontera irlandesa. «Si no estamos preparados para julio del 2020 podremos considerar de forma conjunta la extensión del periodo de transición», explicó el negociador francés. Si al final de esta transición no hay acuerdo sobre la relación futura, se aplicaría la red de seguridad.

Barnier se reunirá hoy con Tusk para informarle del acuerdo. Después será responsabilidad del mandatario europeo convocar una cumbre extraordinaria, previsiblemente, el domingo 25 de noviembre. Hasta entonces, los socios examinarán con detalle un texto que ha causado algunos recelos.