Esta vez parece que el izquierdista Andrés Manuel López Obrador (AMLO para la prensa local) ganará las elecciones presidenciales en su tercer intento. Así lo piensan el 97% de los mexicanos. Según las últimas encuestas publicadas, aventaja en 22 puntos al conservador Ricardo Anaya y en 27 al priísta José Antonio Meade. Ahora le toca confirmar en las urnas los buenos augurios demoscópicos.

Ya no funcionan las campañas del miedo ni la alarma del empresariado, como sucedió en el 2012 cuando se le presentó como un peligroso populista amigo de Cuba y Venezuela. Aún está en la mente de muchos el pucherazo del 2006, cuando le ganó Felipe Calderón, del Partido de Acción Democrática.

Esta vez se impone la hartura y el rechazo a una clase política ineficaz. El único temor es al norte, a un presidente que ha convertido el rechazo al Otro en el eje del American first. México y EEUU comparten una frontera de 3.169 kilómetros que Donald Trump quiere convertir en un fortín.

México se dispone a elegir un presidente en las antípodas del actual inquilino de la Casa Blanca, aunque AMLO comparte con él un cierto nacionalismo económico y una querencia narcisista. Ya ha declarado que no va a pagar el muro, como pretende Trump, y que suspenderá las compras de maíz. Aunque AMLO es la respuesta a Trump, no descarten que haya más sintonía de la prevista. La política está llena de piruetas.

Sangrienta represión

¿Cuándo se jodió México? Quizá no haya una fecha, aunque la sangrienta represión de los estudiantes en 1968 dejó al PRI desnudo, sin contenido social, solo como un envoltorio de retórica destinada a estar y a permanecer en el poder a cualquier precio. La violencia actual arranca en el 2006 con Calderón. Fue quien lanzó una guerra al narco, azuzado por EEUU. Fue una temeridad porque el Estado no estaba preparado para el envite y los narcos resultaron ser más fuertes de lo que se creía.

Su sucesor, Enrique Peña Nieto, del PRI, mantuvo la política de mano dura pese a su ineficacia. En los últimos dos sexenios -la duración del mandato presidencial- han muerto más de 170.000 personas en incidentes relacionados con el narcotráfico. Desapareció la línea que separa la lucha contra el crimen organizado con la violación de los derechos humanos.

México no es un Estado fallido, pero sí un Estado que falla demasiado: abundan las zonas a las que no llega la ley.

Como sucedió en Colombia hace 20 años, el narco lo corrompe todo, desde el Estado a las guerrillas por muy marxistas que sean. En México no hay narco-guerrillas ni narco-paramilitares, pero sí narcopolítica. Muchas veces no se sabe si tal gobernador obedece a un cártel o es el jefe de la banda. AMLO es la consecuencia a este hundimiento moral y económico. Los jóvenes están desencantados con la vieja política (la mitad del electorado tiene menos de 39 años, según destacaba The New York Times). Eso algo que le favorece porque es quien menos rechazo suscita. La generación más preparada se merece tener esperanza.

Ausencia del Estado

¿Qué tienen que perder los mexicanos en un país en el que en el 2017 perdieron la vida 25.339 personas? Hablamos de 70 muertes violentas al día. México es uno de los reyes del feminicidio y del asesinato de periodistas. Informar, fotografiar, ser testigo, hablar, denunciar es una condena a muerte. No mata el Estado como en una dictadura, en México mata su ausencia.

El narco ha penetrado hasta a los que presumían de renovadores, como el PRD en el que militó AMLO. Era el que gobernaba en Iguala, desde donde partieron las órdenes para hacer desaparecer a los 43 estudiantes de Ayotzinapa en el 2014. López Obrador se presenta al frente de la coalición Juntos Haremos Historia, formada por el Movimiento de la Regeneración regional, el Partido del Trabajo y el Partido Encuentro Social. Ni rastro del PRD, tan contaminado como el PRI

La corrupción sistémica cuesta a México más de 34.000 millones de euros al año. Según la organización Transparency International, se trata del país más corrupto de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

AMLO tendrá que lidiar con serios problemas estructurales apoyado en una economía que crece poco. Más de la mitad de los 112 millones de habitantes vive por debajo del umbral de pobreza, y un 10%, en el de extrema pobreza. Más de 25 millones de mexicanos gana menos de 14 dólares al día. López Obrador limita al norte con un presidente imprevisible en guerra comercial contra todo el mundo y que blande una política migratoria que agita el odio. Y después tiene el narco, que todo lo contamina.

López Obrador no tendrá ni 100 días de paciencia en un país que se ha cansado de esperar a Godot.