La crisis política interna de Alemania amenaza con paralizar la Unión Europea (UE). La provisionalidad del Gobierno alemán no solo imposibilitará avanzar en la reforma de la UE y de la eurozona, sino que también introducirá una complicación adicional en las ya tensas negociaciones con Gran Bretaña sobre el brexit y privará a la UE de la determinación política para afrontar el desafío autoritario de los gobiernos de Polonia y Hungría.

La parálisis alemana también repercutirá sobre cuestiones europeas clave para los ciudadanos que deben decidirse en las próximas semanas y meses, como la armonización del impuesto de sociedades, la renovación o no de la autorización para continuar usando un herbicida señalado como cancerígeno (glifosato) y la regulación de las sustancias químicas tóxicas de la vida cotidiana que actúan como disruptores hormonales y deterioran la salud de los europeos. Durante la última década, el Gobierno alemán ha dictado la política económica europea y ha definido la política de la UE en los distintos ámbitos, desde la inmigración a la acción exterior (Ucrania, Irán, Turquía), pasando por las regulaciones de la industria automovilística y las características de los tratados de libre comercio.

EN SUSPENSO / La reforma de la UE para recuperar el perdido respaldo ciudadano y gran parte de las decisiones sensibles europeas han estado en suspenso durante meses a la espera de las elecciones alemanas del 24 de septiembre. El mal resultado que obtuvo la cancillera y la negativa socialdemócrata a repetir la gran coalición forzaron una nueva pausa a la espera de las negociaciones para formar un Gobierno de coalición entre democristianos, liberales y verdes.

El fracaso de esas negociaciones prolonga la parálisis política de Alemania y la UE. La Comisión Europea aseguró ayer que «Europa no se detendrá» y que presentará el 6 de diciembre su propuesta para «una nueva arquitectura de la eurozona», pero mientras no exista un Gobierno sólido en Berlín no se podrá adoptar ninguna decisión política de calado.

Aunque Merkel parece inclinarse por celebrar nuevas elecciones antes que gobernar en minoría, el presidente alemán, el socialdemócrata Frank-Walter Steinmeier, ha anunciado una ronda de contactos con todos los partidos para constituir un Gobierno estable, descartando de momento los comicios anticipados. Y entre las filas socialdemócratas han comenzado a surgir voces que dejan de oponerse a una nueva gran coalición si el Gobierno no está encabezado por Merkel.

MÁS DIFÍCIL PARA MAY / Las negociaciones del brexit son las primeras que se resentirán de la incertidumbre alemana, ya que pueden hacer aún más difícil a la primera ministra británica, Theresa May, obtener alguna concesión desde la UE sin un Gobierno sólido en Berlín y esa misma inestabilidad política alemana puede debilitar la cohesión de los Veintisiete. Precisamente, un grupo de influyentes personalidades alemanas, que incluye tres expresidentes de la patronal industrial, acaban de poner en marcha una campaña para ofrecer más concesiones a Londres por temor a que los productos alemanes pierdan el mercado británico. En la cumbre del 14 y 15 de diciembre, la líderes de los Veintisiete deben decidir si se ha producido suficiente progreso en las condiciones de salida de Gran Bretaña (factura, ciudadanos e Irlanda) para poder comenzar a abordar la negociación de las relaciones económicas y comerciales futuras. Y el tiempo se agota, porque ya quedan menos 17 meses para la salida efectiva de Gran Bretaña de la UE.

La incertidumbre alemana también podría dejar en suspenso la prevista cumbre de la eurozona de diciembre, ya que es imposible avanzar en el reforzamiento presupuestario de la eurozona, la transformación del Mecanismo Europeo de Estabilidad en un Fondo Monetario Europeo, la culminación de la reforma bancaria y las otras reformas de la eurozona si el principal país de la UE está políticamente paralizado.

En las reformas de la UE y la eurozona, el tiempo también se escapa de las manos, ya que las medidas que no estén encarriladas en la primera mitad del año próximo difícilmente podrán aprobarse formalmente antes de las elecciones europeas de la primavera del 2019.